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Roberto Aguilar: Prohibido fotografiar tanquetas

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El problema no reside en que el gobierno saque tanques de guerra sino en el  que el periodismo (¡horror!) las fotografíe.

No ha dicho una palabra Mónica Heller, la presidenta de la Federación Nacional de Cámaras de Comercio del Ecuador, sobre el video de lo que el gobierno ha llamado “la toma de Durán”. ¿No le parece un atentado contra la industria del turismo? Porque fácilmente uno puede imaginar a miles de viajeros de otros continentes cancelando sus reservaciones en el Ecuador nomás de ver semejante despliegue de uniformados armados hasta los dientes y tanquetas cruzando el puente de la Unidad Nacional con rumbo a lo que parece una reedición del asalto de Hanói o la marcha sobre Berlín, con su amigo el presidente de la República (una amistad de años que la honra, dijo ella sin que nadie se lo preguntara, en una entrevista con Carlos Vera) vestido de camuflaje en la vanguardia del operativo. Imágenes como para salir corriendo del país si no fuera porque conocemos a nuestros funcionarios y sabemos de sobra que, si la secretaria de Comunicación Irene Vélez está detrás de la campaña, nada de esto puede ser más que pura paja. 

Uno va identificando ciertas firmas a primera vista: si a los hermanos Alvarado los reconocíamos por la insidia y la mala leche, a Irene Vélez la descubrimos en la banalidad y en la bobería. Y el video de “la toma de Durán” es, probablemente, la pieza de comunicación oficial más estúpida que ha parido gobierno alguno desde el retorno a la democracia. Pero afuera, claro, no lo saben. Afuera, las imágenes de los vehículos militares atravesando el puente tienen un poder disuasorio que al menos Mónica Heller debiera considerar como una amenaza a la industria del turismo que ella representa. Pero no ha dicho ni pío.

La barbaridad que no es capaz de distinguir en la comunicación oficial del gobierno de su amigo, Mónica Heller cree haberla encontrado en el trabajo del periodismo. Y contra ese sí enfila toda su artillería. Hay que citarla en extenso porque sus palabras no tienen desperdicio. Y porque, tratándose de una dirigente empresarial, resultan doblemente preocupantes: “Yo creo -dijo en su entrevista con Carlos Vera- que la declaratoria (de conflicto armado interno) era la herramienta legal que se necesitaba. Lo que ha estado muy mal es la forma como se le ha vendido eso al mundo y de eso tengo que culparle a la prensa. ¿Cómo puede ser que ante una situación como la que vivió el Ecuador en la declaratoria de guerra la imagen en el mundo era un tanque de guerra cruzando por la avenida Amazonas en la ciudad de Quito? El daño está en la falta de control de cómo se vendió, en el escándalo que logra la prensa porque vende y da réditos sin importar el precio”.

Como representante de las cámaras de comercio, Mónica Heller debería conservar una mayor distancia con el poder político y ensayar una posición más comprensiva con el trabajo del periodismo. Porque parece no entenderlo. Ella cree que el problema reside no en que el gobierno saque tanques de guerra a las calles sino en el hecho de que el periodismo (¡horror!) los fotografíe. Y asegura que “el daño está en la falta de control” de la prensa. Estas palabras, “falta de control” (uno aspira a que las haya pronunciado sin pensar en sus implicaciones), nos remiten a tiempos peores, cuando la censura era una política de Estado y la autocensura, su contraparte. ¿De verdad piensa ella así o su amistad con el presidente la lleva a decir cosas en las que no cree? Inquieta oírla. Inquieta ver a una dirigente empresarial de su importancia alinearse sin beneficio de inventario con el poder político. Y alivia pensar que otras cámaras de las producción no siguen ese juego. A esas, claro, el presidente de la República, Rambo criollo en ropa de camuflaje ocupado en la toma de Durán, ni siquiera las recibe.