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Roberto Aguilar: El taimado abogado de dos narcos

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Mario Godoy le mintió al país sobre su verdadera relación con los dos narcotraficantes que representó legalmente

Lo que faltaba: llegó pateando al perro. El hombre que hace tres o cuatro días tuvo la jeta para mentirle al país sobre su relación con dos narcos que resultaron ser sus cuñados, ahora la tiene para desafiar a sus críticos y victimizarse y refugiarse tras la imagen de sus hijas menores de edad, en nombre de las cuales exige un respeto que no merece. Mario Godoy rindió juramento como nuevo presidente del Consejo de la Judicatura y sacó las uñas. “Rechazo categóricamente -dijo en el acto de su investidura- toda intención de deshonrarme o desacreditarme, desacreditar mi apellido, a mi madre, a mi familia, a mi pareja, que ha vivido conmigo amargos momentos producto de un canibalismo digital, y en especial a mis amadas hijas, ambas menores de edad”. Por supuesto, echó la culpa “a ciertos periodistas”, “a ciertos medios”. ¿Acaso algún medio de comunicación ha mentido para deshonrar a Mario Godoy o se han limitado todos (salvo los correístas, claro está) a contar la verdad de los hechos? ¿No son esos hechos, es decir, sus propias acciones, las que lo deshonran? ¿Acaso alguien ha dicho algo de sus hijas? ¿Alguien ha mencionado ni por asomo a su actual pareja, no a la anterior, hermana de dos narcotraficantes, sino a la nueva? ¿Alguien, aparte de los libérrimos lectores -esos sí, con pleno derecho- ha mentado a su madre?

Ridícula demanda la del nuevo presidente del Consejo de la Judicatura: pretende que, por el hecho de tener madre, esposa e hijas (sí, hermanas también, ¿no las tiene todo el mundo?) nadie puede cantarle las verdades. Y las verdades, o la verdad, la irrebatible verdad, es que Mario Godoy fue abogado defensor de dos narcotraficantes, los hermanos Eduardo y Juan Pablo Larrea, hermanos de su esposa de aquel entonces. Y sí, cierto es que todo el mundo tiene derecho a un abogado. Los narcos también, cómo no, hasta los nazis lo tuvieron. Pero el abogado de Adolf Eichman no pretendió vendernos el cuento de la inocencia de su defendido y, sobre todo, no salió con el más adefesioso de los pretextos: cuando lo acepté como cliente no sabía que era nazi.

Godoy, en cambio, obviamente siente vergüenza de lo que hizo, por eso miente: dice que lo buscaron “dos sujetos” y resulta que eran sus cuñados. Dice que no sabía que eran narcos, que él nomás los representó en una demanda que pusieron ante la Supercom de la época de Rafael Correa, exigiendo una rectificación “sobre un hecho noticioso” (un asunto meramente “administrativo”, según él), y resulta que la rectificación que pedían consistía precisamente en evitar que los llamasen por lo que eran: narcos. Porque un par de sus narcoavionetas habían sido capturadas en Estados Unidos y la DEA los estaba investigando y ellos querían evitar que en el Ecuador se difundiera la noticia. Y por supuesto que, con la ley correísta de ese entonces y la colaboración del miserable perro que estaba a cargo de la Supercom consiguieron una sentencia favorable. Hoy los hermanos Larrea están presos y todo el mundo sabe que siempre fueron narcos. ¿Cuánto cobró Mario Godoy por encubrirlos?

Ese es el nuevo presidente de la Judicatura: un abogado de narcos que, a días de prestar juramento para su nuevo cargo, le miente al país entero sobre su verdadera relación con ellos. Y llega pateando al perro. En sus manos estará el control disciplinario de los jueces, por no hablar del nombramiento de los nuevos integrantes de la Corte Nacional. Después de Wilman Terán, es un gran avance.