Roberto Aguilar: Torres es perfecto para el cargo
Una de las consecuencias inevitables que acarrean los pactos secretos es que obligan a mentir todos los días. Siete veces al día
En una democracia de verdad, dos o más partidos que hacen una alianza de gobierno se reparten ministerios y otros cargos en la administración pública sin que nadie se escandalice por ello. Más aún: ese reparto (palabra que la mala conciencia de los políticos ecuatorianos ha teñido de connotaciones negativas que por sí sola no tiene) es una manifestación de transparencia: en España, por ejemplo, el PSOE y Podemos hicieron una alianza que ratificó a Pedro Sánchez en la presidencia del gobierno y se tradujo en la entrega de la vicepresidencia y del ministerio de Igualdad a los podemitas. Significa que Podemos secunda las acciones del Ejecutivo y el PSOE suscribe las políticas sobre igualdad de género, prevención de la violencia machista y lucha contra discriminación de Podemos, con todo el paquete ideológico de la izquierda identitaria, que no es poco. ¿Cuál es el objeto de la alianza? Pues ese. Su esencia (que es pública, institucional y transparente) queda expresada en el reparto.
En el Ecuador, donde los políticos no conciben reparto sin fines de lucro (acaso porque es el único que practican), el partido nebotista encuentra de lo más edificante suscribir un pacto secreto sobre asuntos que se mantienen en la sombra pero se avergüenza de recibir un ministerio a cambio de apoyo político. Desde que anunciaron su alianza con el gobierno y los correístas, se vieron obligados a declarar que no aceptarán cargo político alguno. Y ahora que les han dado uno (el viceministerio de Gobierno, nada menos, a Esteban Torres) no les queda más remedio que tomar distancia: “Nos permitimos aclarar que tanto sus aciertos como desaciertos serán de su exclusiva responsabilidad, ya que nuestra relación con el gobierno no incluye cargos”, escribió el presidente del partido, Alfredo Serrano. Una ridiculez tamaña, digna del ridículo que la firma. Porque si el partido no admite cargos, Esteban Torres debería ser expulsado de inmediato. ¿O acaso se pretende que Torres sea ministro de nueve a una y de dos a seis, y socialcristiano fuera del horario de oficina?
Nada de eso: Torres es viceministro porque es socialcristiano (no a pesar de serlo). Y el comunicado de Serrano no es sino una de las inevitables consecuencias que los pactos secretos acarrean, a saber: obligan a mentir todos los días. Siete veces al día. No queda de otra. Por eso hay que insistir (una vez al día, siete veces al día): los pactos secretos son de naturaleza corrupta y corruptora. Siempre.
Nadie más adecuado que Esteban Torres para recibir ese cargo en el contexto de una alianza corrupta y corruptora. Recuérdese: es el hombre que se reunía en secreto con los presidentes de la Asamblea y de la Corte Nacional de Justicia (los primitos Saquicela) para conspirar contra el Consejo de la Judicatura (resultó cómica la repentina palidez que lo invadió cuando le dijeron que había un video de ese encuentro). Fue el interlocutor socialcristiano del juez Saquicela y los correístas en las negociaciones que terminaron con el espantapájaros de Wilman Terán encabezando la terna para presidir ese organismo. Se dirá que sus antecedentes de conspirador para meterle mano a la justicia lo descalifican para el cargo. Pero, ¿a quién más podría poner este gobierno ahí sino a un experto en reuniones privadas de naturaleza conspirativa para negociar lo inconfesable? El pacto es secreto, luego el trabajo es sucio: Torres es perfecto. Cabe imaginar que ya aprendió a evitar las cámaras.