¿De dónde saca Iza tanta plata?
Si tan ofendidos se sintieron por las declaraciones del presidente, los dirigentes indígenas deberían contarle al país cómo financiaron el paro nacional. Costó millones
Ofendidísimos estaban. Que la intención del presidente era dinamitar los diálogos entre el Gobierno y la dirigencia indígena, dijeron. Que se sentían estigmatizados, víctimas del odio y del racismo. En un comunicado volcaron toda su indignación, revestidos de sentido del honor que les faltó cuando saqueaban, disparaban, apaleaban… Guillermo Lasso dijo que el narcotráfico financió el paro nacional y puso, al parecer, el dedo en una llaga supurante. Hasta el asambleísta disidente de Pachakutik Mario Ruiz, amigo de mineros ilegales y otros delincuentes, salió a rechazar y conminar y patalear y declararse vigilante.
Cierto es que el presidente tiene una bocota en la que bien haría en echarse uno o dos sacos de arena de vez en cuando. Decir un día que el paro nacional costó 15 millones, al día siguiente que costó 20 y dar por hecho que esa plata viene del narcotráfico porque de dónde más podría venir… Bueno, es poco serio. “¿Tiene pruebas?”, le preguntaron en Univisión y él dijo que sí. Pero no mostró ninguna. Y al día siguiente su ministro del Interior, en Teleamazonas: “Estamos investigando”. O sea que pruebas, lo que se dice pruebas, no tiene ninguna. Sin embargo, razones no le faltan y había 18 maneras más inteligentes de plantearlas. Nomás se necesitaba el olfato político de una berenjena. Sí, es cierto: Guillermo Lasso da pereza y es fácil sentirse, ante el secuestro al que nos quieren someter los violentos, desprotegido e íngrimo con un gobierno tan cenutrio.
Pero de ahí a tener que soportar a un descalificado como Mario Ruiz haciéndose la víctima hay una distancia enorme. O leer, por ejemplo, en el comunicado de la Conaie, aquello de que “el ideal neoliberal hace imposible comprender que se haga algo sin mediación del capital”, como si fueran unos ángeles sin pupo los delincuentes que costearon el bloqueo coordinado y estratégico del país durante 18 días... Eso es tomarnos por imbéciles. El cuento del buen salvaje ya no lo cree nadie. No en este país. Quizás en la Sorbona.
Si tan ofendidos se sintieron los dirigentes indígenas por las declaraciones del presidente de la República, harían bien en aclararnos a todos los ciudadanos de este país cuánto les costó el paro nacional y de dónde sacaron esa plata. Y no vengan con que todo salió de los aportes de las comunidades, como si estuviéramos hablando aquí de la pambamesa de las fiestas patronales, porque cualquiera se da cuenta, a primera vista, de que estamos hablando de millones. Tanta plata, que no resulta descabellada la hipótesis del narcotráfico.
¿Sin mediación del capital? En la primera parte de su documental Laberinto, Carlos Andrés Vera saca cuentas del número de llantas que se necesitaron para bloquear un solo punto de la capital, el redondel de la Villaflora, durante los ocho días del levantamiento de octubre de 2019: 350. ¿Cuántos puntos de bloqueo hubo ahora a escala nacional? Cientos. Son miles, decenas de miles de llantas y materiales de construcción. ¿Cuánto cuesta eso? ¿Cuánto cuesta la alimentación por 18 días para 20 mil personas que se trasladaron a Quito? ¿Los camiones que los llevaron de ida y vuelta? ¿Cuánto cuestan las volquetas? ¿Los agentes extranjeros y los garroteros lumpemproletarios? 700 mil dólares al día por todo, calcula el ministro del Interior. Es una cifra verosímil, ojalá nos la desglosara antes de que el presidente vuelva a abrir la boca. ¿Quién pagó por eso? Si no se quiere que los diálogos que acaban de arrancar se edifiquen sobre mentiras (lo cual sería garantía de su fracaso) es imprescindible que el país conozca las cuentas del paro nacional. Eso por lo menos nos debe Leonidas Iza.