Roberto López: ¡Confúndelos!
Mientras lo sepamos pero no lo entendamos, el país seguirá siendo ingobernable
Einstein dijo: Cualquier tonto puede saber. La clave está en entender.
Sabemos que gracias a la constitución correísta, el presidente, supuesto “Jefe del Estado y de Gobierno”, ya no lo es, pues su poder se desplazó hacia otros organismos. Lo que “puede” hacer hoy, no es lo mismo que “podía” hacer antes de la actual Constitución. Dicen que hay un hiperpresidencialismo, porque no entienden que ahora tiene menos poder.
Si una corte puede paralizar la extracción de 281 millones de barriles de petróleo a un costo de 1,200 millones de dólares anuales…¿El presidente tiene el poder de decidir o… solo lo cree?
Ahora la CC le “llama la atención” por no justificar Estados de Excepción innecesarios para garantizarnos la vida. En todas partes, estos son la expresión del equilibrio de poder entre Ejecutivo y Parlamento, sin que las cortes toquen vela en ese entierro. Hoy le impiden sacar las FF. AA a las calles. ¿Tiene más o menor poder?
Nunca necesitó permiso para convocar consultas. Ahora sus asesores van a arrodillarse a la CC para la aprobación de las preguntas.
Actualmente el presidente nombra los ministros, pero no las autoridades de Gobierno. “Si no puedes convencerlos, confúndelos” reza un refrán. Correa nos convenció primero, con el cuento de erradicar “la política” de las designaciones. Falso: no se puede erradicar la política de los actos de gobierno. Luego nos confundió creando un poder dizque “ciudadano” para designar. Y no entendimos que este caótico procedimiento de veedurías, reglamentos, impugnaciones, acciones/protección y concursos, no funciona porque es como la Torre de Babel: fue diseñado para impedir las designaciones, creando el caos.
Mientras lo sepamos pero no lo entendamos, el país seguirá siendo ingobernable. Las designación tardarán años como ahora, cuando en presidencialismos como el norteamericano, el presidente se da el lujo de nombrar Fiscal General a su hermano en 2 patadas.
Lo gracioso es ver como quienes sucedieron a Correa se han negado sistemáticamente a recuperar un poder que les corresponde, por constituir la esencia del sistema presidencial.