Roberto López Moreno | A ver si se enteran
A ver si se van enterando, que ya es tiempo.
No hay duda de que el mundo moderno ha emprendido una abismal carrera hacia el absurdo, guiado por una galopante estupidez cada vez mas generalizada. Y que cada Asamblea es peor que la anterior.
La ley animal -LOA- es el ejemplo. Pretender crear un ‘principio de igualdad’ entre seres humanos y animales no es sino uno más de los absurdos destinados a destruir nuestra tradicional escala de valores, gracias a la izquierda disfrazada de progresismo. Por favor entiendan y grábenselo en la cabeza: un animal no es un ser humano. No hay hijos gatos ni ñaños perros. Por eso -como es obvio- no son iguales a nosotros y no existen ‘personas animales’.
Semejante absurdo se origina precisamente en un fallo de la corte de genios que consagra a los animales como “sujetos de derechos”. No lo son. Y por una razón muy simple: sujetos de derecho son quienes tienen la capacidad de ejercerlos. Interactuar con el otro sujeto de una relación jurídica que crea derechos y obligaciones entre ambas partes de un acuerdo de voluntades. Los animales -como resulta obvio- carecen de semejante atributo. Por eso no son ‘sujetos de derecho’ aunque ‘la mejor corte de la historia’ se pare de cabeza y diga lo contrario. Solo hay que recurrir al tratado de Alessandri y Somarriva que lo explica claramente.
Piensen… o al menos traten: si ustedes tienen un gato, ejercen un derecho de propiedad sobre él, ¿no? Les pertenece. El ganadero se encuentra en la misma situación: es el propietario del rebaño. Pero, ¿el gato o el rebaño interactúan con ustedes?
Además… ¿existe siquiera la más mínima posibilidad de que un ser humano pueda tener semejante ‘derecho’ sobre otro ser humano? Por supuesto que no. Precisamente porque un ser humano -a diferencia de un animal- sí es ‘sujeto de derechos’ y no puede ser propiedad de nadie. Claro, que el rebaño de borregos sea propiedad de un fugitivo belga los confunde; pero el derecho de propiedad es la prueba de que los animales no son sujeto, sino objeto; no de derechos, sino de un deber de protección por parte del ser humano. Igual que la naturaleza. A ver si se van enterando, que ya es tiempo.