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Roberto López: El ungido

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¿Hiperpresidencialismo? Ya dejen de repetir eso por favor

El sistema presidencial es la idea política más valiosa de todos los tiempos porque -en medio de las monarquías de la época- construye un sistema en el que un presidente es elegido por el pueblo con base en la confianza que deposita en él. 

Por eso ha permanecido así durante 238 años. Y a nadie -en ningún país- se le ha ocurrido cambiar su característica básica: la designación directa de autoridades de gobierno. A nadie, menos a los dementes de un país llamado Ecuador, en el que el poder presidencial se desplazó a un montón de organismos menores integrados por personas por las que nadie votó, a las que nadie conoce y cuyos nombres olvidamos al poco tiempo, pero que tienen el VERDADERO PODER: el envío de las ternas nominando autoridades.

Así el poder del presidente se dispersó entre muchos. Cambiamos un sistema seguro, en el cual un gobernante confiable elegido por el pueblo nominaba las autoridades de gobierno ante unos diputados [también elegidos por el pueblo] para que confirmaran o negaran las nominaciones presidenciales. 

Al ser un proceso político, no cabían acciones de protección que lo dilaten. Lo regulaba la Constitución y no un reglamento hecho por don nadies. No había comisiones de selección de delincuentes que -tal como se escucha en los chats del caso Ligados- crean ahora un verdadero compendio de las porquerías que los miembros de un GDO cobijado bajo el falso membrete de partido político, hacen de estos falsos concursos en los cuales auténticos rufianes amparados bajo un título profesional que desmerecen, se prestan a recibir las preguntas. O a que otros les hagan los exámenes, como en el imposible intento de integrar la Corte Nacional hace cinco años.

Pero al contrario de lo que parece, el problema no es el Cpccs. Es nuestra propia estupidez que cambió un procedimiento seguro como la designación presidencial directa, por un galimatías que impide los nombramientos porque la idea es esa: que Ecuador sea un país ingobernable hasta que regrese él, el único, el ungido por los cielos para gobernarnos.

¿Hiperpresidencialismo? Ya dejen de repetir eso por favor.