El apagón
Es que no aceptar la derrota... es ser un mal perdedor
El 20 de diciembre de 2015 hubo elecciones en España. Votaron 36 millones de personas. A las diez de la noche vi los resultados en la tele. Allá no se ‘cae’ el sistema, porque en Europa no se tragan ese cuento para pendejos.
Pero en América, el apagón es la forma de cambiar los resultados. En abril de 2017 CREO pidió un nuevo conteo de 41 mil urnas, pues hubo un apagón electoral. Y cuando la web volvió al aire, en un extraño acto de magia cambió la tendencia. Por supuesto, dándole la delantera a Alianza PAIS. El acto de magia, no la voluntad popular. Ahora ocurrió exactamente lo mismo: el Gobierno ya celebraba con bailes cuando se ‘dañó’ el sistema y -mágicamente- cambiaron todas las tendencias: la del referéndum, triunfadora durante semanas. Y la de la Alcaldía de Guayaquil, mucho más prolongada. Y luego del apagón, la otra tendencia arrasó con el resto del país.
¿Dudas? Seguro. Si juegas con el diablo, siempre te quemas. ¿Pruebas? Suprimieron el doble factor de autenticación de acceso al sistema informático. Quien lo hizo debe responder judicialmente. Además, tendencias tan prolongadas difícilmente se revierten.
El 2017 estuve en el CNE junto a César, defendiendo la democracia. ¿Ahora? Loas a los ‘ganadores’. Amor y paz. La prensa les pela los dientes.
Es que no aceptar la derrota... es ser un mal perdedor. ¡Horror! Soto Ivars lo llama “ansia de validación colectiva”: la búsqueda del volátil prestigio social -más ahora, con las redes- nos hace esclavos. Hay que tirar parada de inmaculado demócrata. Cualquier cosa antes que perder la imagen. Desconfiar del resultado conlleva el riesgo de antidemocrática herejía. Te queman en la hoguera. Y la defensa de la voluntad popular no vale la pena semejante riesgo.
Quizás el meme de doña Diani diciendo “ya tenemos el resultado, ahora faltan las elecciones”, sea la clave. Resultado que permitió al fugitivo decir: “El mandato ha sido revocado”. Por él, y cuando a él le da la gana. Porque nunca dejó de ser el dueño del país: lo maneja con un celular desde México.
Seamos empáticos con él. Su inminente regreso no representa ningún peligro para nadie.