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Roberto Passailaigue | Cerrando ciclos

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Dejo constancia de mi agradecimiento al actual director de Diario EXPRESO, Dr. Galo Martínez Leisker

Desde la antigüedad, las personas con más años y experiencia han sido consideradas como consejeros, consultores o sabios, por sus conocimientos, objetividad y pragmatismo. La naturaleza de la vida misma es el devenir y el cambio. Heráclito decía que “todo fluye, todo cambia, por tanto, nada permanece”. El ser humano, como parte de la naturaleza, está sujeto a estas leyes, por lo que, periódicamente y por etapas, va cerrando ciclos para dar paso a otros círculos de proyección o confort, personal o laboral.

En abril de 2013 fui invitado por el Lic. Galo Martínez Merchán y por Jorge Vivanco Mendieta, director fundador y subdirector del Diario EXPRESO, para colaborar en tan prestigioso diario como articulista en temas de interés nacional y mediáticos. En esa larga entrevista me expusieron que el comunicador social como el educador, tenía los derechos de información y expresión, pero también la obligación y deber de formar, de conducir la opinión pública orientándola por el buen camino y correcto sentido, sin confrontación, vulgaridades ni sensacionalismo, contribuyendo a culturizar a la sociedad, a educar al pueblo, a formar a la juventud en valores y principios.

Siempre les expresé en vida y ahora que se nos han adelantado a la eternidad, el agradecimiento por la oportunidad brindada. Mi mejor homenaje a esa amistad, responsabilidad y honor ha sido el no haber fallado un solo día, durante los 11 años 9 meses, en la colaboración de mis artículos Desde mi columna, todos los sábados, sin temor ni favor, sin claudicar mis principios ni valores humanos y sin ningún otro interés o beneficio que la satisfacción del deber cumplido.

Dejo constancia de mi agradecimiento al actual director de Diario EXPRESO, Dr. Galo Martínez Leisker, por haber permitido que continúe colaborando hasta hoy, que se cierra este ciclo con mi último artículo de gratitud. De manera especial, agradezco a los lectores de mi columna que, con sus mensajes y llamadas telefónicas, enriquecían los temas que consideraban importantes para ser tratados. Me despido con un hasta siempre.