Entre cuernos y plumas

"La próxima vez no lo harán o deberán pensar mucho para actuar de esa manera"
La degradación moral de las sociedades marca las etapas de decadencia de los imperios. Es inadmisible que grupos humanos, a cuenta del derecho de libre expresión, de asociación o derecho a la protesta, o de minorías, efectúen actos delictivos de barbarie, sedición y terrorismo.
Cuando existen autoridades o grupos de estas, que auspician medidas anarquistas, es símbolo de que la sociedad ha llegado a su más bajo estrato de respeto, orden y disciplina. El derecho como norma de convivencia social se convierte en punto de referencia y prevalece el interés individual o ideologías bajo el disfraz de derecho constitucional sobre el bien común o derechos colectivos o derechos humanos.
Vimos cómo en Estados Unidos, en una manifestación sin precedentes, se tomaron el Capitolio, desalojaron a los congresistas y la guardia de seguridad del Congreso no los repelió para evitar ese acto de subversión, sabotaje y terrorismo, como lo calificaron las autoridades de EE. UU. Existieron en las redes y medios criterios sobre que fue impotente la guardia, que había complot, o que simplemente no quiso actuar para evitar censuras o enjuiciamiento por las organizaciones y activistas de los derechos humanos, si actuaban con fuerza y hubiere hechos lamentables. A las 24 horas del atentado al orden y seguridad hubo más de 140 detenidos por su participación subversiva violentando la ley. Vimos cómo una persona ataviada con pieles y casco con cuernos, hacía gala de su acto delictivo y fue uno de los primeros detenidos para que responda por su actuación contraria a la ley. La próxima vez no lo harán o deberán pensar mucho para actuar de esa manera.
En Ecuador vamos a cumplir un año con cinco meses y no existe ninguna acción efectiva para enjuiciar y sancionar a las personas que con plumas en la cabeza y pintadas las caras sitiaron Quito y otras ciudades del país, destrozaron bienes públicos y privados e incendiaron la Contraloría General del Estado cometiendo otros delitos contra los ciudadanos indefensos y los bienes públicos. La próxima vez, harán lo mismo o peor. ¿Hasta cuándo padre Almeida?