Entre líderes y acuerdos

Avatar del Roberto Passailaigue

En derecho público solo se puede hacer lo prescrito en la ley, caso contrario es nulo.

Los grandes acuerdos nacionales, así como los procesos de pacificación de los pueblos, requieren de líderes que con valentía acepten el riesgo de asumir responsabilidades o desistir de ambiciones, de equipos profesionales que implementen la tarea sin visión sectaria ni cálculos partidistas, y de un pueblo que comprenda el problema que significa el momento histórico.

Tomemos el ejemplo de la España posfranquista con los pactos suscritos en el Palacio de La Moncloa, cuando en un momento extremadamente crítico, como única alternativa, los comunistas, capitalistas, empresarios, sindicalistas y partidos políticos de todas las ideologías lograron acuerdos para salvar la democracia y acoplarse a una convivencia a pesar de las diferencias y dificultades. Otros casos fueron: Chile, donde se lograron acuerdos para la estrategia del “No” contra la dictadura; la reunificación de Alemania; los procesos de reconciliación en Sudáfrica y el de paz con el Frente Farabundo Martí en El Salvador, etc.

En Ecuador vivimos momentos cruciales, cuando en una segunda vuelta electoral se pone en juego no solo el futuro de una nación, sino de la sociedad, la familia, nuestros hijos y nietos. Los resultados finales no han sido oficializados; se conoce quién ha obtenido la mayoría de votos, no se proclama el segundo lugar.

En una histórica reunión los dos candidatos a ocupar el segundo puesto llegaron a un aparente acuerdo para la reapertura de urnas, en aras de la transparencia del proceso. En derecho público solo se puede hacer lo prescrito en la ley, caso contrario es nulo. Así lo entendió uno de los candidatos, mientras que el otro, después de la reunión, se desmarcó pidiendo cosas improcedentes por ilegítimas e ilegales. Utiliza calificativos insultantes al otro candidato y profiere amenazas al Consejo Nacional Electoral, llegando incluso a efectuar un llamado al levantamiento indígena como medida de presión para la subordinación de todo un pueblo, bajo el fantasma de los acontecimientos del fatídico octubre de 2019. Digamos basta a estas medidas de chantaje y extorsión. (Continúa)