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Mayo, mes de las madres

Avatar del Roberto Passailaigue

Ella seguro que te escuchará y se pondrá feliz

Constantemente suelo escuchar del Dr. David Samaniego Torres que mayo es el mes de las madres. De nuestra madre celestial, María Auxiliadora de los cristianos, que celebra sus fiestas patronales cada 24 de mayo. De la madre Patria, que el 24 de mayo conmemora la batalla del Pichincha, como epopeya que imprimió la libertad y nacionalidad ecuatoriana. Y la celebración de la madre terrenal, en el segundo domingo de mayo.

En esta ocasión quiero referirme a la madre terrenal quien, como producto de su amor, nos dio la vida y pudo vencer vicisitudes desde el primer momento en que supo de su embarazo, luego durante los nueve meses de gestación, el nacimiento, la lactancia, primeros años de infancia, niñez, adolescencia, estudios y para siempre; durante toda su etapa de existencia, siempre se preocupó y estuvo junto a nosotros.

Solo cuando se llega a ser adulto y se tiene consciencia de lo que hacen las madres y padres por los hijos llegamos a comprender sus desvelos y preocupaciones. Tengo gratos y todos los recuerdos de mi madre; los guardo celosamente en los archivos de mi memoria, repasándolos constantemente para que no se borren con los años. No sé exactamente cuándo tuve consciencia de que ella era mi madre, pero la ciencia dice que desde la gestación se experimenta la existencia de ese ser casi divino que te traerá al mundo. Luego habrá sido lo primero que vi cuando abrí los ojos o cuando empecé a decodificar las sombras. Y seguramente percibí cómo me atendía y siempre estaba a mi lado para calmar y satisfacer mis necesidades.

Las madres nos lo dan todo, sin esperar nada a cambio pero, cuánta satisfacción sienten cuando los hijos responden a sus atenciones con un simple abrazo y un beso, más aún al escuchar las palabras: “te amo madre”.

Tú que eres hijo y puedes leer estas letras, aprovecha, abraza y besa a tu madre, dile cuánto la amas, ahora, en vida; después será tarde. Si ya no está en este mundo, alza la mirada al cielo, envíale una oración, dile cuánto la amaste, que la sigues amando y cuánto la necesitas. Ella seguro que te escuchará y se pondrá feliz.