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¡Vox populi, vox Dei!

Los resultados fueron los esperados por un grupo y de gran sorpresa para muchos

Este proverbio latino que se traduce así: “La voz del pueblo es la voz de Dios”, significa que la voz u opinión del pueblo es sagrada y hay que acatarla, por equivocada que pueda ser (a no ser que existan vicios en el consentimiento). Muchos la utilizan para evidenciar el alto grado de ignorancia e incapacidad de las masas, bajo la concepción de la psicología de las multitudes de Laplace, de que votan por simpatías o por ofertas demagógicas populistas.

El 5 de febrero a las 17h30 se tenía como resultados de las elecciones el triunfo de unos candidatos y de la respuesta SÍ en el plebiscito. Ya para las 20h00 los resultados eran otros, como si por algún sistema de programación o por arte de birlibirloque se invertían los números, pasando los votos de unos a otros, incluso en el referéndum.

Los resultados fueron los esperados por un grupo y de gran sorpresa para muchos. No hay explicación de que el ‘tracking poll’ ni en el ‘exit poll’ de empresas serias, con un margen de error del 3 %, se hayan equivocado del centro a la mitad. Si los perjudicados y el Gobierno, que es el más afectado, no los impugnan, no tenemos por qué hacerlo nosotros; y, aceptándolos como la manifestación del soberano, hay que respetarlos, felicitar a los elegidos y esperar que tengan buena actuación, aunque, sin competencias ni experiencia (no todos), poco podrán hacer.

Como perdedores están: el Gobierno, al no ganar la consulta, y su partido de membrete, CREO, sin fuerza política; el PSC, que perdió importantes sectores, como Guayaquil y Guayas; las encuestadoras, que se equivocaron garrafalmente, y el mismo pueblo ecuatoriano.

Los grandes triunfadores son RC5, que ha obtenido mayor número de alcaldes y prefectos que cuando fueron gobierno, así como las provincias más pobladas del país Guayas, Pichincha, Manabí y Azuay; Leonidas Iza, que ha tenido mayor participación con la Conaie y Pachakutik; y la delincuencia organizada, que no quería la extradición.

Cada país, ciudad o institución son dignos de su propia suerte. ¡Vox populi, vox Dei! Querían eso, no se quejen después. Felicitaciones y mucha suerte para los elegidos.