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Los espacios perdidos

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

La unión de los barrios, de los comerciantes, de los empresarios, por la seguridad y el bienestar común, exigiendo atención a sus autoridades, no puede esperar

El miedo a estar en la calle y ser víctima de la violencia o de la delincuencia dejó a muchos encerrados en sus casas en el feriado, porque sienten que no están seguros en ningún lugar. Y en parte los ciudadanos somos los responsables de haber permitido, por temor o desinterés, que los espacios que dejamos libres sean ocupados por quienes hoy nos aterrorizan.

Los niños han dejado de ir a los parques porque los vecinos, no solo los han descuidado, sino porque tampoco les han exigido a las autoridades que cumplan con su responsabilidad de atenderlos, tanto en sus áreas verdes, como en el resto de su infraestructura. Las luces se han apagado para quienes prefieren la oscuridad como velo para sus fechorías. Así no se avanza; se retrocede y se cede espacio a la criminalidad.

Las calles lucen desiertas porque los ciudadanos, poco a poco, están renunciando a caminar por ellas por el temor a los robos y asaltos. Si hubiese líderes barriales y vecinos dedicados a recuperar esta libertad y demandar acciones concretas a las autoridades cantonales y nacionales, habría barrios mejores atendidos. La seguridad no se construye renunciando a ella, sino luchando por recuperarla como los hicieron los próceres de la independencia.

Si todos los dueños de negocios de una cuadra se unieran para luchar contra los extorsionadores, que le ofrecen protección a cambio de dinero, a estos grupos delictivos les sería más difícil asustarlos, obligándolos a pagar lo que piden o cerrando las puertas más temprano.

Guayaquil ni ninguna ciudad del país volverá a sentirse segura si todos sus habitantes continuamos renunciando a los espacios públicos y al derecho de vivir sin miedo. Hasta ahora, no he visto a ningún colectivo ciudadano que salga a la calle a reclamar seguridad, ni siquiera a las agrupaciones indígenas ni a las campesinas. La seguridad depende de todos y se construye desde los barrios, con obras y servicios, con atención a los necesitados y con la educación de los niños en principios y valores. Las autoridades no pueden hablar de proyectos exitosos, de atenciones extraordinarias, si el país está perdiendo todas sus libertades por miedo a ser víctima de la violencia y la delincuencia. No cedamos más espacios; porque recuperarlos será difícil. Hay que actuar.