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Rosa Torres: El país desafía al infortunio

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

Ver cómo, en medio de esta coyuntura el ecuatoriano mantiene el buen humor y la resiliencia, es un recordatorio de fortaleza

Una vez más, los ecuatorianos demostraron su capacidad para darle vuelta a las adversidades durante el feriado pasado, aprovechando el ambiente festivo para, en el primer día, disfrutar del Halloween con ese toque de humor e ingenio que nos caracteriza. Las linternas y velas reemplazaron a las luces y, como en cada apagón, se convirtieron en la excusa para improvisar desde juegos de sombras hasta historias de terror contadas entre amigos y familiares. Por un día, la oscuridad se transformó de golpe en una aliada que dio vida a momentos memorables, dejando claro que el ánimo de celebrar sigue siendo imparable entre familiares y amigos.

A lo largo de los cinco días de asueto, que para unos solo fueron cuatro porque decidieron trabajar en el primero, también se observaron escenas de unión familiar y creatividad que hicieron del apagón algo casi anecdótico. Sin redes sociales ni distracciones digitales, las familias aprovecharon para compartir a la antigua usanza, recordando las leyendas de nuestros abuelos y recuperando ese tiempo de calidad que muchas veces se nos escapa.

Los desafíos energéticos del país son una realidad que no podemos ignorar, pero ver cómo en medio de esta coyuntura el ecuatoriano mantiene el buen humor y la resiliencia, es un recordatorio de la fortaleza que nos caracteriza, como ocurrió durante la pandemia del coronavirus.

Hoy, al volver a nuestras actividades, nos encontramos evaluando los días pasados con sentimientos mixtos. Por un lado, agradecemos los momentos compartidos, las anécdotas y la capacidad de adaptarnos que demostramos una vez más. Por otro, reconocemos que los cortes de energía, si bien trajeron un toque de aventura por un momento, no dejan de ser un síntoma de las carencias que enfrentamos. Las lluvias ayudaron a aliviar la situación, pero el problema de fondo sigue latente y necesita atención. Aun así, este feriado mostró una vez más el temple del ecuatoriano, que incluso en las situaciones más oscuras saca a relucir su ingenio y su alegría. Porque al final, aunque nada compense las pérdidas económicas ni se refleje en la productividad, nos queda el ejemplo de un país que, pese a todo, nunca pierde la chispa.