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Rosa Torres Gorostiza | Los secuestros extorsivos

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La realidad del Ecuador es que la delincuencia y criminalidad, agravadas por la crisis eléctrica, siguen dominando

Los videos del Gobierno, esos que quieren mostrar una falsa imagen de seguridad en el país, contrastan enormemente con la realidad que viven diariamente millones de ecuatorianos. Tanto en Guayaquil como en Durán, y seguramente en muchas otras ciudades del país, la inseguridad reina en cada cuadra, más aún cuando se acaba la luz del día y empieza la penumbra, porque es cuando hasta las cámaras se apagan y los sistemas de vigilancia no funcionan.

El terror se pinta entonces en los rostros de los peatones y de los conductores que, a pesar de la falta de electricidad y la amenaza de la delincuencia, están obligados a trabajar para mantener a sus familias. Por eso siguen en la calle pasadas las 18h00, con sus corazones acelerados por el miedo a ser víctimas de la delincuencia o, peor aún, de los extorsionadores y secuestradores que se aprovechan de la gravísima crisis eléctrica para atacar a sus víctimas.

¿Cómo puede un gobierno decir que ahora hay más seguridad, que hay más protección policial y militar, si las cifras de denuncias indican que está ocurriendo un promedio de dos secuestros por día, la mayoría en las provincias de Guayas y Los Ríos? Y eso sin sumar los hechos que no se denuncian, y que refuerzan al crimen organizado porque sus fechorías quedan en la impunidad.

La realidad es que, en estos momentos, los habitantes del sector de Guayacanes, en el norte de Guayaquil, y conjuntos habitacionales aledaños están temerosos por el secuestro de uno de sus comerciantes, cuyos plagiadores simularon ser clientes. El sentimiento es que no hay seguridad en ninguna parte.

¿Cómo quiere convencer el gobierno de Daniel Noboa a la comunidad del Cristo del Consuelo de que la seguridad es su prioridad, si continúa secuestrada la hija de un comerciante del sector, por cuya liberación se está pidiendo cien mil dólares?

Las autoridades, tanto locales como nacionales, deben dejar de abstraerse de la realidad para mantener una ficción que le hace más daño al país. No se engañen: Durán sigue igual de peligroso que hace unos meses; también Guayaquil, y ahora Quito, en donde los ataques y las matanzas empiezan a ocurrir. ¿Hasta cuándo no se dan cuenta de que las estrategias aplicadas no funcionan porque los cuerpos de seguridad están contaminados?