Rosa Torres | Sin placas para la inseguridad

Carros sin placas y con vidrios polarizados circulan libremente, como si no hubiese agentes de tránsito haciendo su trabajo
Vehículos sin placas, unos con vidrios polarizados y otros sin estos, circulan libremente por las calles y carreteras del país. Lo hacen a la vista de los transeúntes, conductores, policías y agentes de tránsito. Muchos de los que tienen bajo su responsabilidad el control vehicular miran hacia otro lado, como si hacerse los ciegos contribuyera a la seguridad y a la organización del Ecuador.
No he visto que los agentes de tránsito, peor los policías, estén haciendo todo lo que les corresponde para, por un lado identificar a los conductores y por el otro, sancionar a los propietarios de estos automotores. Si así fuese, no observara diariamente carros circulando sin sus distintivos frente a los agentes de tránsito.
Si el problema fuese por falta de placas, como ha ocurrido en otros años, debería cumplirse la exigencia de que la numeración alfanumérica provista por la ANT sea pegada en los vidrios delantero y posterior. Pero esto no ocurre porque el descontrol vial reina en el territorio nacional.
Permitir la circulación sin placas convierte al vehículo y a su conductor en fantasmas con libre albedrío para cometer infracciones de tránsito, para asaltar, secuestrar, extorsionar y hasta matar. Estoy segura de que en algún lugar hay un cementerio de placas, con los vehículos robados y con los que se utilizan para cometer delitos.
No hay que ir muy lejos en los barrios y hasta en las urbanizaciones cerradas de la Zona 8 para observar carros sin identificación, incluso de alta gama.
Aunque la circulación de muchos es detectada por las cámaras de tránsito y de seguridad, en las ciudades que las hay, son pocas las operaciones de control que se hacen para ubicarlos.
Sin embargo, no es una acción aislada, que involucre solamente a los cantones Guayaquil, Samborondón, Daule, Salitre y Durán, sino a todos los demás del país, en donde a la circulación sin placas se suma a la contravención de tener vidrios polarizados sin permisos. Las multas por estas infracciones, que pueden alcanzar hasta el salario básico, pueden preocupar mucho a los propietarios de los vehículos, pero no a quienes se los roban y los utilizan para cometer sus fechorías.