Rosa Torres: El salvataje del Metro de Quito
El inicio de operaciones del Metro de Quito no basta para salvar al centro histórico. El acompañamiento debe ser integral
Aunque el Metro de Quito no está integrado aún a los demás sistemas de transporte de la ciudad, su solo funcionamiento generó aplausos en los capitalinos. La espera de diez años terminó, más que nada para quienes diariamente se transportan hacia el centro histórico u otros sectores aledaños, a donde llegar en las horas picos era angustioso.
Los usuarios, por lo que escriben en sus cuentas de redes sociales o conversan con sus parientes y amigos, sienten que las distancias, aunque siguen siendo las mismas en cuanto a extensión, se acortaron por el menor tiempo que demandan ahora sus traslados.
La fiesta prolongada de apertura y la novelería efervescente de las familias por subirse por primera vez al metro (para muestra lo ocurrido el fin de semana) hace percibir al resto del país que se hizo la mejor obra del siglo en Quito, la que hace muchos años debió tener la capital ecuatoriana para fomentar el turismo interno y externo, y recuperar los espacios que se habían dejado por la ausencia de sitios de parqueo y por la inseguridad ciudadana.
Seguramente los beneficios de esta obra serán grandes para propios y extraños, pero ¿podrá el metro bajar los niveles de contaminación y recuperar la vida nocturna del centro histórico?
Las respuestas a estas preguntas solo serán positivas en tanto y en cuanto se ejecuten las decisiones correctas y las obras colaterales necesarias, incluidos los corredores de seguridad, para que justamente la sensación de seguridad y de un mejor aire empiece a sentirse en la capital.
Todavía es pronto para saber cuántas personas dejarán parqueados sus vehículos en sus casas porque les resulta más cómodo y más barato utilizar el metro para ir y retornar de sus trabajos.
Muchos, de seguro saldrán el fin de semana a visitar los museos, iglesias y demás estructuras del centro histórico, porque ya no tendrán que lidiar con las interminables colas de vehículos para ingresar por las estrechas calles de ese sector de la ciudad y la falta de parqueo. Ahora le toca al Municipio y al sector privado estructurar las agendas para empujar el salvataje que empezó con el metro. El acompañamiento debe ser integral.