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La advertencia que fue ignorada

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

La semilla de la violencia trasnacional fue sembrada hace más de dos décadas, pero poco se hizo para evitar el alumbramiento criminal

La guerra fue avisada hace 23 años. Desde 1999, el politólogo y violentólogo colombiano Eduardo Pizarro Leongómez advertía a los ecuatorianos que quisieran escucharlo, de los peligros que acechaban al Ecuador, por la violencia criminal en la frontera común y por la penetración de los tentáculos del narcotráfico en el territorio nacional.

Pizarro, hermano de padre y madre de un político y guerrillero colombiano (Carlos Pizarro) asesinado en 1990, había sentido en carne propia la violencia y la guerra del narco. Él había sobrevivido a un atentado y conocía al detalle la realidad colombiana y su desborde por las fronteras.

Con sus vastos conocimientos y su formación de educador, Eduardo Pizarro aterrizó a Quito en pleno proceso de dolarización, para exponer sus teorías sobre la colombianización del Ecuador. En cada foro y espacio académico en que participó, y en las múltiples entrevistas que concedió a los medios de comunicación, habló del calentamiento de la frontera común, de las disputas de las bandas criminales que estaban al servicio del narcotráfico, para proteger los corredores de la droga, y de la sigilosa y peligrosa expansión desde el norte hasta el centro y sur del Ecuador.

El sociólogo, con un doctorado en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Políticos de París, no escatimó esfuerzos para explicar a las autoridades locales y nacionales sobre la extraordinaria importancia que tenía la base aérea de Manta y la cooperación de Estados Unidos en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, porque esta no solo aupaba la guerra interna de su país, sino que había plantado la semilla de las bandas criminales para eclosionar en el territorio ecuatoriano.

Veintitrés años después, Ecuador vive lo que Pizarro predijo, porque poco o nada hicieron las autoridades de entonces, sus sucesoras y las de ahora para cortar los tentáculos de la violencia trasnacional.

Hasta ahora, ni el Gobierno ecuatoriano ni las demás autoridades del Estado han mostrado el plan de control territorial para hacerle frente a la guerra declarada. No es cualquier plan, sino uno integral, incluyente, en el que participen todos, elaborado por externos. ¿Qué espera el Ecuador para tenerlo?