Calles convertidas en lagunas

El mejoramiento de los sistemas de evacuación de aguas lluvias, una prioridad que debe tener el nuevo alcalde de la ciudad.
El sentimiento que aflora cada vez que llueve en Guayaquil es el de preocupación por las calles inundadas y el largo tiempo que demoraré en llegar a mi destino. No importa tanto si el aguacero es durante el día o por la noche, porque lo que emerge en mi ser es el miedo a quedarme atrapada en el tránsito o en las piscinas en que se convierten las calles y avenidas de la ciudad.
Creo que todos los que viven en Guayaquil y que padecen por el deficiente servicio de alcantarillado pluvial, sienten un temor similar al mío, más que nada si en el trayecto de la casa al trabajo, o viceversa, están las avenidas Las Aguas, Juan Tanca Marengo, Orellana, y las vías a Daule y Perimetral. Todas estas arterias, en algunos tramos, se inundan desde hace años, sin que las autoridades locales hayan ejecutado las obras necesarias para acabar con esta problemática que se vive generalmente desde enero hasta mayo.
Las miles de quejas ciudadanas, que anegan las redes sociales demandando atención y obras, no han tenido eco en el gobierno local porque no han llegado las soluciones integrantes, pero sí muchos parches que, en ocasiones, complican aún más la situación reinante.
Si la circulación vehicular en Guayaquil se vuelve tan complicada con lluvias no tan fuertes como las que han caído en este mes, imagínense cómo ‘navegarían’ los carros con los aguaceros de un fenómeno de El Niño extraordinario, como el registrado en los años 1997-1998.
Recuerdo que las únicas grandes obras ejecutadas en la urbe para mejorar el drenaje de las aguas lluvias fueron las realizadas en los dos últimos años de la alcaldía de León Febres-Cordero con la construcción de los ductos-cajones que drenan las aguas de la zona comprendida entre Bastión Popular, Las Orquídeas y una parte de la Perimetral (1998-2000).
De eso ya han pasado 23 años. Desde entonces hasta ahora, los habitantes de Guayaquil siguen esperando que se cumplan las promesas de una planificación urbana que permita superar las obstrucciones de circulación vial en el invierno. Y ese es el gran problema que el nuevo alcalde de la ciudad, que tomará posesión el 14 de mayo, debe tener como una prioridad.