La campaña de las prisas

En las elecciones de agosto, escojamos a los candidatos, no decidiendo por quienes los aúpan, sino por su honestidad
Los círculos viciosos no tienen freno en la política ecuatoriana, en la que los candidatos de turno responden a los intereses partidistas, que hacen los mismos y recurrentes ofrecimientos a una población que está cansada de la desatención y el descrédito político, pero que al final siempre vuelve a equivocarse al escoger a sus gobernantes y a los miembros de la Asamblea Nacional, por lo que el país continúa en permanentes crisis sociales, políticas y económicas.
A una velocidad nunca antes vista en este campo, por ser la primera vez que se decreta la muerte cruzada, el Consejo Nacional Electoral está enfrascado en la organización de las elecciones de presidente y vicepresidente de la República, y de los 137 legisladores, pero se olvida del control de la campaña anticipada.
El grupo político del expresidente Rafael Correa, aún sin definir a su candidato a la presidencia, hace campaña abierta en las redes sociales, teniendo como figura a un prófugo de la justicia por corrupción, que no es candidato ni puede serlo, pero que con su imagen intenta convencer al electorado de que debe votar por la figura que él escoja, sin tener en cuenta si es o no honesta, si está o no preparada para gobernar, y si será capaz de cambiar el rumbo del país.
El correísmo, responsable en mucho de la inseguridad y el desangre nacional por lo que hizo y dejó de hacer durante los diez años de gobierno, sigue desesperado por volver al poder de un Estado que dejó endeudado, en el que construyó universidades a las que pocos quieren ir, que hizo carreteras que pronto se destruyeron, que dejó hidroeléctricas con fallas de construcción y que planificó una refinería en una planicie que hasta se utilizó para el aterrizaje de avionetas del narcotráfico.
Algunos de los que quieren volver al poder, en el círculo vicioso de la política del reciclaje y los mismos nombres con diferente membrete, son los que, por sus mezquinos intereses particulares y de sus grupos, auparon la ingobernabilidad y el caos en el Ecuador.
Ojalá antes de que termine el proceso de inscripción en el CNE, surjan aspirantes honestos y bien intencionados por los que valga la pena apostar. Analicemos y escojamos a los candidatos por sus valores y no por su popularidad.