Chantajes y amenazas que mandan

La sociedad ecuatoriana está tan contaminada de la podredumbre política que hace gala de su alto poder de chantaje, extorsión y amenaza
Las historias de chantajes, extorsiones y amenazas, de la más diversa índole, las escucho a diario y se han convertido en una normalidad para conseguir aquello que se pretende, que puede ser desde un cargo de bajo rango en una entidad estatal hasta un contrato millonario, o desde la entrega de una determinada cantidad de dinero por una supuesta seguridad hasta me das lo que pido o te quito la vida.
Hace un mes me contaban la historia de cómo un técnico de una casa de salud de Loja sometía al jefe para que le permitiese ausentarse en horas laborales para atender su negocio privado. El empleado sabía algo de la persona que aceptaba otorgarle aquel beneficio en desmedro de la población enferma que debía atender.
Más grave es el caso de un juez que, por miedo a ser víctima de la delincuencia, había aceptado liberar a un preso que había robado y asesinado y que ahora deambulaba libre por las calles. El argumento es que no podía hacer nada porque lo que estaba en juego era su vida y la de su familia y quién le dice no a alguien cuando le han puesto una pistola en la cabeza.
Hay tantos, pero tantos casos de chantajes, extorsiones y amenazas que cabe preguntarse cuál fue la chispa que empezó el incendio en este país. Tal vez la respuesta esté en que ciertos integrantes de la clase política han hecho del chantaje un modo de vida, una forma de conseguir sus propósitos sin importar las consecuencias ni el daño que causan a la sociedad. A algunos le llaman los padres de la patria, yo les llamaría los más destructores de la patria.
La podredumbre política ha llegado al punto de que ni siquiera se guardan las formas. Hay asambleístas que se creen con el derecho de intervenir en la negociación de contratos millonarios a través del chantaje. Hay administradores de hospitales que, para obtener jugosos contratos, amenazan con revelar secretos de contrataciones anteriores porque conocen sus rabos de paja.
Los líderes indígenas como Leonidas Iza han dado claras muestras de cómo chantajear al gobierno. Ahora, el presidente de la República, que parece haber aprendido bien la lección, le dice a los asambleístas que sabe quiénes tienen vínculos con el narcotráfico. ¡Basta de tanto chantaje!