La conquista del vino

Los ecuatorianos, con vino o sin él, podemos celebrar en este año que la economía del sector vinícola local haya crecido.
Un invitado a las reuniones sociales que hace veintidós años se hacía presente esporádicamente y por pocos minutos, se quedó en la mesa de los ecuatorianos. Les hablo del vino, cuyo consumo per cápita en el 2000 era de apenas una copa y que en este 2022 se acerca a las dos botellas.
Hay tanta variedad de marcas nacionales y extranjeras y precios en las perchas de los supermercados que se hace difícil la elección si no se es asiduo consumidor de esta bebida, con grado de alcohol variable dependiendo de la cepa y el sitio de producción.
Los diversos países suramericanos están representados en el consumo local, pero destacan los chilenos y argentinos por su alta calidad y agrado al paladar de los consumidores. También se prefieren los franceses, españoles y hasta los estadounidenses.
Las marcas ecuatorianas también tienen acogida porque ahora hay mayor variedad y precios más accesibles al bolsillo de los consumidores.
La baja de aranceles para el licor, sumada al acuerdo de comercio entre Ecuador y la Unión Europea, vigente desde el 2017, han impulsado el consumo hasta el punto de que en fiestas donde antes había un mayor consumo de cervezas y otras bebidas alcohólicas, ahora el vino tiene más presencia.
No solo los hay elaborados con uvas rosadas, verdes o moradas, también se está impulsando la venta de productos fabricados a partir de todo tipo de frutas tropicales y no tropicales: grosella, manzana, cereza, mora, durazno, cacao, que le dan color al producto. Pero más que el vino esté presente en las fiestas de Navidad y fin de año, lo que hay que destacar es que el consumo de este producto se está convirtiendo en un hábito más cotidiano y familiar en los hogares ecuatorianos.
Apoyados en las bondades curativas que se le atribuyen al vino, como reductor de la formación de coágulos sanguíneos y prevención del daño arterial, hay quienes justifican el consumo habitual de una y dos copas diarias.
A la hora de celebrar, mi criterio es que cualquier bebida es buena, pero más si con eso se impulsa el desarrollo del país.