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Escombros peligrosos

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

¿Dónde están los inspectores municipales, que no se dan cuenta de la suciedad que dejan los contratistas en las calles?

En Guayaquil no solo hay obras paralizadas o que su construcción avanza lentamente, como si terminarlas no fuese una prioridad, sino que en las que se concluyeron, o están por terminarse, todavía hay escombros sin recoger, convertidos en trampas para vehículos y peatones.

Las empresas contratistas, que esperan pagos atrasados que no llegan, pero que no se atreven a reclamar públicamente, se han olvidado de la limpieza de los restos de cemento y arena que, con las lluvias, están taponando los sumideros. ¿Será que después se contratará a la misma empresa para que limpie lo que provocó su falta de responsabilidad?

La construcción del distribuidor de tráfico de la Juan Tanca Marengo, a la altura de San Felipe, es una muestra de la lentitud con la que puede hacerse una obra. A la diaria congestión vehicular por su construcción, hay que sumarle el peligro al que se exponen los conductores cuando llueve por las rudimentarias señales de peligro que también son un riesgo. En las noches o cuando llueve torrencialmente hay que adivinar en dónde está la zanja para no caer en ella.

En la calle Guayacanes, en Urdesa Central, los restos de adoquines, arena y piedra ruedan por los bordillos hasta caer en los drenajes. Tal vez las consecuencias no se sientan ahora. Y todavía falta nivelar las alcantarillas en algunas calles transversales, en donde han quedado trampas mortales.

El descuido también puede verse en la falta de señalización en la variante que se hizo de la vía Perimetral hacia la calle de acceso a la Espol, a la altura de Las Cumbres. Parece que a alguien se le olvidó la obra complementaria que evite que el torrente de lodo y piedra, que baja de una pequeña ladera, llegue a la vía. Durante los aguaceros fuertes, las piedras que bajan de la ladera pueden terminar en algún parabrisas, si estas son disparadas por la llanta de vehículos más grandes.

Por estos escombros peligrosos, por el descuido del Gobierno local y de sus contratistas que repercuten en el diario vivir, levanto mi voz de protesta e indignación. No sigamos permitiendo que la falta de cuidado en la construcción de obras, que se ejecutan con los impuestos que pagamos, nos afecte. Tenemos derecho a reclamar seguridad vial y seguridad peatonal.