Guayaquil es una caldera

La decisión de pedir la competencia del parque Samanes es acertada, pero la ciudad no necesita solo uno sino decenas de estos espacios
Si se está en la calle, no hay árboles ni portales que nos protejan ni del sol ni del insoportable calor que agobia a los transeúntes, hasta el punto de que su transpiración se visualiza en la ropa en forma de manchas en las axilas y en otras partes del torso y dorso. Si se está en la casa, y no se tiene acondicionadores de aire o las casas son demasiado pequeñas, esos espacios más parecen ollas de presión a punto de explotar que viviendas.
La sensación térmica por las altas temperaturas en Guayaquil, que en la tarde sobrepasan los 30 grados centígrados bajo la sombra, parece mayor en la ciudad por la ausencia de pulmones verdes que oxigenen el ambiente y que lo vuelvan más aceptable.
Los minúsculos dos mil parques en la selva de cemento guayaquileña no alcanzan para refrescar el crecimiento desordenado de una ciudad que no ha dejado hasta ahora espacio para la vegetación, y que lo ha hecho con la anuencia de las autoridades nacionales y locales, que dejaron la expansión habitacional al libre albedrío de los constructores y de los invasores.
El recién posesionado alcalde Aquiles Álvarez tiene el gran desafío de cambiar esa cultura de construir con casas adosadas, diminutos retiros y aceras minúsculas en las que no tienen cabida los árboles ni los grandes parques.
Aplaudo la decisión del alcalde de solicitar al Gobierno central la competencia del parque Samanes, el único de gran tamaño que tiene Guayaquil, porque es su responsabilidad cuidar del bienestar común de los ciudadanos. Pero hay que tener mucho cuidado en la forma como se piensa hacer el mejoramiento de lo que está en uso y la terminación de lo inconcluso. El parque Samanes requiere de una inmediata reforestación porque tal como está, este pulmón no genera ni una décima parte del verdor que se necesita para refrescar a una ciudad de casi tres millones de habitantes.
Guayaquil requiere de decenas de parques Samanes y una masiva siembra de árboles en todos los espacios posibles. Pero también es necesario un estricto control de la polución y la contaminación. No se puede actuar en un frente y descuidar el otro. Señor Álvarez, diseñe un plan urbanístico integral, en el que la seguridad y el medio ambiente sean prioridades.