Una perimetral de problemas

Todas las grandes vías de Guayaquil conducen a la perimetral, de allí que su atención debe ser inmediata’.
Poco queda de aquella solución vial llamada Perimetral, construida en el gobierno de León Febres-Cordero, que evitaba que los transportes pesados que iban o retornaban del puerto marítimo de Guayaquil ingresaran a la ciudad.
La vía rápida para ir del norte al sur sin pasar por el centro, ahora es una vía lenta, congestionada, caótica, desatendida, por la que solo falta que transiten las tricimotos, que se quedan a pocos metros de ella.
Aunque los letreros anuncian una velocidad de 90 kilómetros por hora, hay tramos en los que a ciertas horas no se puede ir a más de veinte. Y es en esos tramos, en los que los rozamientos y choques son el vivir diario, donde los miles de usuarios se enfrentan cada hora a una lotería, sin posibilidad de escape porque la ausencia de planificación vial está expuesta en todos los frentes.
Las obras parches, que comenzaron con el distribuidor de La Prosperina y los puentes de El Fortín, no solucionaron los embotellamientos en una vía que se ensanchó en unos sectores y que en otros sigue estrecha porque ni el Gobierno central ni el local tomaron decisiones que eviten la invasión de espacios que, en el futuro, permitirían el aumento de los carriles.
La permanente disputa de poder entre el Ejecutivo central y gobierno local, expuesta hasta en los pasos peatonales y las obras complementarias, ha llevado al deterioro de una vía vital, que tiene baches y puentes que tiemblan con el paso de los vehículos.
No ha habido hasta hora, en más de veinte años, ninguna planificación que permita vislumbrar una mejora sustancial y completa que permita la circulación vial del norte al sur, con conexiones de este a oeste.
El Municipio debe darle una respuesta inmediata a la problemática de esta vía, estrangulada por un tránsito vehicular que le quitó el carácter de perimetral y la convirtió en una avenida más de un Guayaquil sin planificación vial, en la que la vigilancia de la ATM solo queda en papeles porque en la circulación, cada conductor intenta sortear sus dificultades como mejor puede. El caos reina en la vía del descontrol.