Recibamos al 2023 sin pólvora

Tengamos cuidado con los fuegos pirotécnicos porque dejar que los niños jueguen con ellos, puede terminar en una desgracia.
El urgente llamado de este año del coordinador de la Unidad de Quemados del hospital de niños Roberto Gilbert, para que los menores no manipulen artefactos explosivos por las secuelas que dejan las quemaduras, engloba el ruego anual que he escuchado de enfermeras y médicos de las áreas de emergencias y unidades de quemados de todas las casas de salud del país.
El pedido del doctor Mario Delgado Panchana no es a los niños sino a los adultos responsables de ellos para que no les compren camaretas, petardos, silbadores, chispeadores, tumbacasas, porque hacerlo es exponerlos a la desgracia.
Aunque el número de niños quemados bajó de 18 a 5 del 2018 al 2021 en el hospital Gilbert de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, más casos se registraron en los demás hospitales de menores, de Guayaquil y de las otras ciudades del país. Cientos a nivel nacional.
Hay que tomar conciencia de que cuando ocurre una tragedia con petardos no solo sufren los quemados por las heridas y daños psicológicos que los acompañarán por el resto de sus vidas, sino los padres o adultos que les dieron o compraron los artefactos explosivos.
De todas las heridas, las quemaduras son de las más dolorosas y su tratamiento de los más costosos por el precio de los productos y la complejidad de las operaciones a las que las víctimas tienen que ser sometidas.
No creo que haya padres ni niños que quieran pasar las fiestas de fin de año en las salas de urgencias de los hospitales, ni bomberos que quieran salir corriendo a atender urgencias, ni médicos que deseen estar atendiendo a infantes quemados. Por ello llamo a la población, como lo hacen todos los años los cuerpos de bomberos del país, a decir NO a los juegos de pólvora. Vamos a cuidar a los niños para que disfruten de las fiestas sin el peligro que ellos representan.
Si su memoria es muy frágil, les pido que recuerden el dolor que dejó aquel 5 de diciembre de 1997, cuando por la explosión de un petardo se encendieron miles en el sector comercial de la Bahía de Guayaquil, provocando un dantesco incendio que dejó once muertos, 38 heridos y millonarias pérdidas. Puede haber fiesta sin pólvora, hagámoslo posible.