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El temor a los repartidores

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

Los repartidores en moto se han convertido en una solución, pero también en un factor de riesgo porque en ellos se camuflan ladrones y sicarios.

El servicio a domicilio de todo tipo de productos, incluidos los de supermercados y hasta de materiales de construcción, se ha convertido en una navaja de doble filo para los hogares: por un lado, porque facilitan la vida de quienes los solicitan, y por otro, porque los pone en riesgo, debido a que en ellos se camuflan los delincuentes y hasta los sicarios.

Las administraciones de las urbanizaciones privadas diariamente están sometidas a la presión de los residentes, que encienden alertas, muchas veces falsas, cuando advierten de la presencia de algún repartidor que ellos consideran sospechoso porque está dando vueltas por las calles, en busca de los destinatarios de los productos que transporta.

En los chats de vecinos, convertidos en botones de alerta para los residentes, pero también de falsas noticias, periódicamente se generan pánicos colectivos por la información errónea de sucesos registrados en otras urbanizaciones, pero que se cree que ocurrieron en los espacios que comparten con los demás residentes.

Ladrones y estafadores, camuflados de repartidores en moto o en vehículos, también están llegando a los locales de comidas para asaltar a los comensales o intimidar a los propietarios, exigiéndoles dinero a cambio de protección. De allí que, cada vez que llega un repartidor no solicitado, el miedo a hablar con ellos se transforma en pánico.

Aunque en las garitas de acceso de las residencias cerradas se han reforzado los controles, nada protege a las viviendas que no cuentan con ningún tipo de seguridad exterior. Pero los repartidores, además, se han convertido en un blanco de la delincuencia -algunos han muerto- y hasta algunos integran las redes de microtráfico que operan en diversas ciudades del país, porque esta es una de las rutas de transporte y entrega del alcaloide a sus consumidores.

Curiosamente, también un repartidor de leche fue víctima colateral del atentado contra el alcalde de Durán, lo que al principio generó dudas en la Policía.

El miedo a los “deliverys” en moto también se anida en los conductores porque, además de irrespetar peligrosamente las señales de tránsito, existe el temor a que sean ladrones camuflados.