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Las víctimas colaterales

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

El combate a la violencia criminal debe darse desde todos los frentes posibles, y eso incluye la votación en las próximas elecciones

Detrás de cada víctima colateral de la violencia criminal - más de trescientas en Ecuador en el 2022 y casi igual número en lo que va del año- hay una historia de dolor, de pérdida, de rechazo y de una creciente ira contenida por lo que está pasando en el territorio nacional, pero más en las provincias costeras: Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Santa Elena, Guayas y El Oro.

El dolor y la pena de los deudos se acrecienta aún más cuando las balas perdidas impactan a menores de edad (17 niños y 105 adolescentes entre enero a junio de 2023), como si ellos tuviesen alguna responsabilidad en los delitos que en unos casos cometen sus progenitores o familiares y, en otros, personas que no tienen ninguna relación con ellos, pero que pasan a ser los causantes de sus muertes, de sus heridas o de su orfandad.

El ataque del domingo, en un parqueadero de la avenida Malecón del río, en Guayaquil, que dejó otra víctima colateral del crimen organizado (un motociclista), suma angustias en una ciudad, cuyos habitantes desarrollan sus actividades cotidianas con el miedo a cuestas, porque en cualquier momento pueden pasar a ser un número más en la estadística de la criminalidad local o nacional.

Ni el llanto desgarrador de los niños, que ven morir a sus padres, ni el de las madres y de los padres lacerados por el dolor de la pérdida de un hijo, conmueve ni detiene a las bandas criminales que luchan por el control del territorio en la venta de drogas.

Lo que ocurre en Ecuador, convertido en el máximo puente de exportación de la droga hacia Estados Unidos y otros países del mundo, a través de sus playas, sus puertos y aeropuertos, es similar a lo que viven otras poblaciones latinoamericanas, entre ellas las colombianas y las mexicanas, donde los tentáculos del narcotráfico han permeado todos los espacios de poder.

En el accionar de las autoridades locales y nacionales, aún no contaminadas, está centrada la esperanza del pueblo golpeado por la violencia y el miedo. Pensando en la situación del país es que se debe votar en las próximas elecciones. De nuestra decisión frente a la papeleta electoral depende el futuro del Ecuador. Votemos por el retorno de la paz y la tranquilidad.