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Las víctimas de los secuestros

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

La criminalidad avanza vertiginosamente en el país con los secuestros extorsivos

Cualquiera que tenga algo de dinero puede ser víctima de un secuestro extorsivo en el país, y más en la Zona 8, que integran Guayaquil, Samborondón y Durán, porque los niveles de seguridad son muy bajos y los índices de delincuencia y criminalidad descomunales debido que el tejido social está descompuesto y requiere de una urgente reparación integral.

En el actual estado de las cosas, no sorprende que sea en la provincia del Guayas donde se dé cerca del 50 por ciento de los secuestros registrados a nivel nacional, sin que exista la más mínima señal gubernamental, peor del gobierno local, de que la situación vaya a cambiar en el corto y en el mediano plazo. Esto ocurre no solo porque en este sector de la Costa está concentrada la mayor actividad comercial del territorio, sino porque ahí están los grandes asentamientos poblacionales de las periferias, verdaderos cinturones de miseria en los que se encuba la delincuencia, en grupos familiares descompuestos, que hacen del hurto, el robo, el asalto y la venta de drogas, su modo de vida y la consecución de dinero fácil.

Múltiples son los anzuelos y las formas de operar de los que se vale la delincuencia organizada para capturar a sus víctimas y exigirles el pago de un rescate. Y una de ellas, la que está tomando más fuerza, es la oferta de préstamos de hasta medio millón de dólares a bajos intereses que circula a través de las redes sociales.

Aquí caben las siguientes preguntas: ¿quiénes pueden creer que un ofrecimiento de este tipo puede ser lícito? ¿Quiénes puede estar tan desesperados por dinero para caer en esta trampa? ¿Qué capacidad de pago tienen estas personas para cumplir con dichos pagos?

La respuesta a estos cuestionamientos salta a la vista si tomamos en cuenta el pasado, cuando miles de personas fueron estafadas por el notario José Cabrera y el famoso Don Naza, que captaban dinero ofreciendo altísimos intereses mensuales.

En Guayaquil hay centenas de comerciantes endeudados con chulqueros que les prestan dinero con altos intereses, porque ellos no cumplen con los requisitos para obtener créditos bancarios. Y así, podríamos decir que unos buscan dinero fácil y otros, en lo ilegal, lo que no tienen en lo formal.