Rubén Montoya | Por las buenas o por las…
Y si quieren un diagnóstico moral: Venezuela ha sido gobernada los últimos veinticinco años por pandilleros con incontinencia cleptómana...
No hay nada tan terco y luminoso como los hechos; las evidencias suelen matar cualquier relato o adjetivo con que se pretenda disfrazarlos. Con esa receta descubrí que las ideologías se parecen mucho, que los farsantes son parecidos en todos lados, y que los dictadores son igualitos, sean de derecha o de izquierda. ¿Quién en su sano juicio, moralmente sano quiero decir, condenaría a Pinochet y absolvería a Fidel? Par de rateros y asesinos.
Veinticinco años acaba de cumplir el chavismo: es hora de hacer balance de este mojón (dicho en todos los sentidos de la palabra) del Socialismo del Siglo XXI. Si quieren una cifra económica: el 80 % de los venezolanos es pobre o muy pobre. Y va otra: el sueldo de un venezolano antes de Chávez, ajustado a hoy, bordeaba los US$ 400; en la actualidad es de US$ 25…
Si quieren una cifra social: más de la mitad de venezolanos usa el 100 % de lo que gana en comida… El heredero de Chávez, Nicolás Maduro, creó los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), eufemismo para definir a tarjetas de racionamiento de alimentos (como las que hay en Cuba); el mecanismo apenas abastece a un cuarto de la población, y siempre de modo precario. O sea que ni la caridad estatal resulta: el sistema obliga a largas colas y a irse a su casa con poco de lo que se necesitaba.
Si quieren una cifra demográfica: ‘la justicia social’ del Socialismo del Siglo XXI expulsó a entre 7 y 8 millones de venezolanos a los que la torta no alcanzaba: dos millones están en Colombia, un millón en Perú, medio millón en Ecuador, otro más en Chile…
Y si quieren un diagnóstico moral: Venezuela ha sido gobernada por pandilleros con incontinencia cleptómana, una estructura narco que controla el Cartel de los Soles, como lo denunció y probó Insight Crime hace años. El chavismo la ha dejado emocionalmente destruida, tironeada entre los mendigos de la limosna del Estado y los desmoralizados que siguen luchando, mientras los indolentes analizan sanciones diplomáticas para presionar a Nicolás Maduro, ese que declara a viva voz que se aferrará al poder “por las buenas o por las malas”.
Con Maduro no caben presiones diplomáticas. El tiempo de por las buenas se acabó.