Tenemos un gran problema

La base de una democracia es la independencia de poderes, su equilibrio. Y su piedra filosofal es una administración de justicia proba e independiente...’.
“Quito no se merece lo que está pasando”, dijo el 10 de agosto Guillermo Lasso, en relación con el sainete que vive su Alcaldía gracias a Jorge Yunda y sus secuaces. Y los que quieren ver a Yunda fuera lo aplaudieron de pie. “Por fin”, dijeron. Como si la declaración del presidente fuese el primer grito que esperaba Quito para liberarse de un alcalde, lo vuelvo a decir, impresentable.
Y ahí está el problema. Porque la profunda crisis administrativa y moral de nuestra capital no se arregla, no se puede arreglar cuando un presidente se digne referirse a ella. Su mensaje se valora, claro. Pero las soluciones, en democracia, deben estar en sus instituciones. Y ellas funcionan cuando los ciudadanos entendemos que nos representan. Que son nuestra cara, nuestra voz, nuestros derechos. Nuestra sombra alargada.
En el caso de Yunda, el tema debería estar resuelto: hay una sentencia ejecutoriada del Tribunal Contencioso Electoral que decretó su remoción. Punto. Si las instituciones funcionaran, si tuviéramos conciencia y respeto por las nuestras, y si sus representantes fuesen honestos, Yunda estaría en su casa… Con el grillete electrónico que carga, por cierto.
Pero como ellas no funcionan, y Yunda y todos los políticos que elegimos con nuestro voto -repito-, con nuestro voto, lo saben, entonces las usan para enroscarse al poder. Siempre habrá otros jueces que les sirvan.
¿Cuál es la solución a largo plazo, con suerte en el mediano? Un proceso de educación, en el que sí tiene que ver mucho un presidente, para que entendamos que nosotros delegamos nü-es-tro poder cuando elegimos a alguien. Que la base de una democracia es la independencia de poderes, su equilibrio. Que su piedra filosofal es una administración de justicia proba e independiente, con jueces que sean nuestros mejores hombres y mujeres, sabios y ecuánimes, valerosos. No tinterillos de cuarta y bolsillos de payaso.
Cuando construyamos una Justicia autónoma, que juzgue por los hechos y no por cálculos y pre$ione$, empezaremos a saber de qué va eso que llamamos democracia. Mientras tanto, tenemos un gran problema. Y no se llama Jorge Yunda.