Rubén Montoya | Un huracán viene del sur
América Latina está llegando a un punto sin retorno del hartazgo con el sistema político, caracterizado por sus intereses de parcela
Mientras en Ecuador la campaña electoral es tan mala que los dos candidatos se guindarán del debate para, según ellos, consolidar su triunfo, y según yo demostrarnos quién es más inepto, en Argentina se levanta un huracán que podría representar un cambio inédito en la región. Se llama Javier Milei, delfín de la ultraderecha mundial, favorito sorpresivo para la presidencia de la República, quien anticipa que barrerá a patadas a los “zurdos hijos de las remil piiiiiii”, y promete privatizar todo. Menos el aire.
Los huracanes arrasan, cambian paisajes. Éste podría representar un profundo cambio cultural en su país y alentar al de una América Latina que está llegando a un punto sin retorno del hartazgo con el sistema político tradicional, caracterizado por sus intereses de parcela y su moral en subasta.
Milei, al menos en teoría, no transa: llama “La Casta” a los corruptos dueños de la cosa pública. A Cristina Kirchner, por ejemplo, le dice “la jefa de la banda”. Imposible contradecirlo. Califica de ladrones a los millones de burócratas que han engordado hasta la elefantiasis al Estado. Vulgares pipones. Indecentes. Son votos también, muchos votos, pero para él son el enemigo.
Propone echar a balazos al cáncer terminal que es el narco. Él sopesa como nadie el asco civil frente a la colosal corrupción imperante y le saca provecho. En ese sentido, es más que Bukele, Trump o Bolsonaro. Milei puede representar un ícono a seguir. Es un mesías echando a latigazos a los mercaderes del templo, aniquilando adversarios, demoliendo un Estado podrido y sacudiendo a una sociedad cómplice.
Y tiene algo que disfraza al dictadorzuelo bocón que lleva dentro: es creíble, porque parece coherente, y muy carismático. Sirva el dato: su entrevista con Tucker Carlson, popular militante del conservadurismo gringo, es la más vista de la historia en X (Twitter), dos veces más que la de Trump. Ya se sabe: cuando Dios decide bajar a la Tierra, despacha en Buenos Aires.
Si Milei gana y empieza a toser de cara al norte, no solo Argentina cambiará. El problema es que los huracanes barren lo malo y lo bueno. Tomemos nota.