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Rubén Montoya: Maduro no entregará el poder

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“... comanda una red de agencias militares, policiales y de inteligencia en las que Rusia y Cuba apoyan con armas y personal

El próximo 10 de enero es la posesión del nuevo presidente venezolano. A estas alturas son abrumadoras las evidencias de que Nicolás Maduro lideró un fraude colosal en las elecciones de julio pasado, pero así son las dictaduras y las mafias. Y lo que tiene Venezuela son características de las dos.

La hoja de ruta parece clara: el chavismo resistirá el arribo (si es que se da, pues puede impedirlo) de Edmundo González, muy posible vencedor de los comicios presidenciales, así como las sanciones internacionales y el blablablá de decenas de líderes políticos que saben que el poder no se deja.

¿Por qué habría de dejarlo si es un dictador? ¿Por qué si controla todo el aparato de represión y no ha dudado en usarlo sin piedad? Maduro comanda una inmensa red de agencias militares, policiales y de inteligencia en las que Rusia y Cuba apoyan con armas y personal. La estructura del poder en Venezuela no es política: es mafiosa. Aparte de la influencia del Cartel de los Soles, sus fuerzas armadas dirigen empresas de energía, alimentación, minería, y comandan ¡un tercio de los ministerios!

Los militares atornillan a Maduro, quien tiene además el apoyo de fuerzas paramilitares disfrazadas de simpatizantes de la revolución chavista. Con ese control asegurado, anuncia movilizaciones “de respaldo” el día de la posesión. “No entregaremos nuestra riqueza al imperialismo”, dice Maduro, eufemismo para afirmar que no entregará el poder. Nunca tuvo intenciones de hacerlo, menos ahora. No lo hará, no hay un solo dato que avale un relevo constitucional. Pacífico.

Capeará el temporal porque está jugado. Como lo está otro cromo del Socialismo del Siglo XXI, Daniel Ortega, quien hace días oficializó su nueva reforma constitucional, un remedo ordenado por él para beneficio de su esposa, la vicepresidenta. Ortega es un buen espejo para dictadores, uña y mugre con Maduro. Va para 18 años como presidente y la reforma lo eternizará en Nicaragua. Maduro quiere lo mismo: llevan 25 años los chavistas destruyendo Venezuela. Van por más.

Tiranos así no dejan el poder. La palabra no la tiene Estados Unidos, la tiene la propia Venezuela.