Rubén Montoya: Pasión de gallinazos

Un presidente que no tiene entre ceja y ceja gobernar sino ser reelecto, no puede ser exitoso
La política nuestra se parece a una novela que reventó audiencias hace años. Se llama Pasión de Gavilanes y desde su tema central sugiere la existencia de un amor truculento, suicida, de los que llevan a la destrucción de los amantes. Aquí no se destruirán los amantes, ni los adversarios, tan distintos y tan iguales. Se destruirá (más) el país.
No dejo de pensarlo al ver cómo el Gobierno se parte la cabeza buscando sacarse de encima a la vicepresidenta que él mismo se echó encima, y la oposición se relame al comprobar que la brecha entre los ex resulta más grande que la distancia entre Ecuador e Israel.
Va a ser difícil que lo logre, incluso con esa ayuda sospechosa, oportunísima, a la carta, que le ha brindado la Fiscalía General al prender el ventilador en el Caso Nene, metiendo en el saco a Verónica Abad. Esa Fiscalía que, como ya sabemos, es una Ferrari cuando tiene que cocinar un Arroz Verde y es un destartalado Corsa cuando gestiona un INA Papers…
El fracaso viene decantado desde hace rato. Daniel Noboa ni siquiera se ha dignado contarnos por qué la eligió como su binomio, menos aún en qué rato del sarao electoral se les acabó el amor, y menos aún lo básico y con detalles: por qué.
Pero esa no es la razón fundamental de la derrota mayor que está cocinando. Es otra y es simple: un presidente que no tiene entre ceja y ceja gobernar sino ser reelecto, no puede ser exitoso. Tiene el enfoque perdido, el norte extraviado. Por eso, en este tema, y en cualquiera, dará palazos de ciego, con argumentos de tinterillos y vocerías de vulgares chupamedias…
Y mientras nos da una cátedra de Cómo No Ser Presidente, la oposición tira puentes con la desterrada para ver si les hace el favorcito. En la política de Ecuador todo vale: los mismos que la hicieron pedazos ahora la defenderán en la Asamblea. Esta vez la ley está de su lado, pero eso es sólo un detalle. Está en juego el trono de 2025, por eso veremos a unos y otros atacarse a dentelladas mientras el zombi que es Ecuador se desgarra ante sus ojos. No les importará. Porque nuestros políticos tienen pasiones que los superan. Más que de gavilanes, de gallinazos.