Un engaño llamado IESS
Si el peregrinar de pacientes y jubilados que ruegan por buenos servicios se considera cálido, el Diablo puede postularse para Señorita Caridad...
¿Cómo se siente una persona cuando le ofrecen algo y no le cumplen? Engañado. ¿Y si ese ardid tiene que ver con dinero o servicios por los cuales ha pagado? Estafado. No uso estafa en términos jurídicos, pero lo que hace el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) anda por los bordes del tipo penal.
La institución llamada a velar por la seguridad social de sus afiliados es una estatua a la ineptitud y la indolencia. A los hechos: el IESS se financia por el aporte de sus asegurados y de los patronos que deben afiliarlos. Su obligación básica es brindar servicios de salud y otras prestaciones, como los seguros de cesantía y eso que mal llama préstamos quirografarios. Es decir que su misión, en el fondo, es devolver en forma de servicios lo que sus afiliados pagan. De-vol-ver. Y no lo hace cuando sus jefes, que eso son los afiliados, reciben un servicio de salud acribillado de pesares: las largas colas que hemos visto para obtener un simple turno de consulta son solo una muestra, clara y dolorosa, de su manifiesta ineptitud.
Necesitaría tres columnas para desgajar el rosario de falencias: falta de insumos, burócratas indolentes con sus jefes (sí, insisto en que lo son), corrupción inaudita en las inversiones de las cuotas recibidas, y en su red de suministros, y en el reparto de los cargos… Tampoco lo hace cuando miente diciendo que entrega “préstamos”. ¿Cuáles préstamos? El afiliado lo que recibe es parte de SU dinero que allí está guardado. Es como si alguien fuera a un banco y este calificara de préstamo lo que el cliente retira de SU cuenta. Con un agravante: el IESS le cobra intereses a ese afiliado. Tal cual: paga intereses por su dinero. Y mejor ni hablemos de que ahora, caraduras como son quienes lo manejan, dicen estar empeñados en brindar servicios con “calidad y calidez”.
Si el peregrinar de pacientes y jubilados que ruegan por buenos servicios se considera cálido, el Diablo puede postularse para Señorita Caridad. Al IESS hay que reinventarlo en serio, o seguirá siendo un escupitajo en la cara de la mínima decencia. Su engaño está a centímetros de la más vulgar estafa.