Menos mal que es Navidad
...sus calles de polvo y sus no-servicios públicos bien saben que en vez de llamarse Monte Sinaí podrían llamarle Ciudad del Olvido....
Es Guayaquil y no lo es. Descolgada de la vía Perimetral, hacia el oeste, una franja de casi 10 mil hectáreas va apiñando desde hace 25 años a una tropa desquiciada de cooperativas de vivienda, que por las carencias más bien deberían llamarlas cooperativas de asentamiento: no hay señalización, alcantarillado, agua potable (mejor dicho, agua no-potable, la única que existe en Guayaquil saliendo de sus grifos) …
Es tan desordenada que hace perder de vista su dimensión: se trata de una ciudad dentro de otra y es lo suficientemente grande como para albergar más habitantes que los de varias capitales nuestras: Ambato, Portoviejo, Esmeraldas, Loja... Y a pesar de eso, sus calles de polvo y sus no-servicios públicos bien saben que en vez de llamarse Monte Sinaí podrían llamarle Ciudad del Olvido.
Allí, el ‘modelo exitoso’ con que el puerto principal del país es manejado desde hace más de tres décadas no llega ni en modo de estampita, y sus moradores lo pagan. Vienen de vuelta de las promesas incumplidas y se saben de memoria los discursos de todos los farsantes. Uno de ellos les prometió hacer allí “el mejor barrio del país”. Y ante el panorama real de las 40 cooperativas que se mezclan como en orgía de carencias, uno no sabe si esa promesa fue estúpida. O simplemente cruel.
Y ahora tienen una nueva cicatriz en su colección de pesares. Aunque parezca mentira, la modalidad extorsiva de las vacunas mafiosas también es su pan de cada día. La estrategia del crimen organizado se entiende: a mayor olvido y descontrol institucional, mayores son sus posibilidades de gobernar a punta de balas y amenazas.
Y allí está, instalado a fuego. Un ejército de mozalbetes y no tanto, pasa revista y el sombrero a cuanto negocio informal intente sacar la cabeza en esos senderos, tan cerquita del infierno y tan lejos de Puerto Santa Ana. Por estos días subieron el impuesto y le agregaron un gesto de época: entregas dinero en efectivo o unas canastas para los muchachos. Que todos tenemos familia, ¿no?
Los mafiosos ‘vacunan’ con creatividad. Y Monte Sinaí lo sabe: por esta vez dinero o canastas. Menos mal que es Navidad…