Sophia Forneris: Cegados por poder
Este preámbulo nos invita a reflexionar que no elegimos a la pareja romántica del emperador para que lidere el imperio, sino al emperador
En la historia del Imperio Romano pocas mujeres proyectaron una sombra tan larga como Livia Drusila, la tercera y última mujer del emperador Augusto. No solo porque su familia dio a Roma otros cuatro emperadores -su hijo Tiberio, su nieto Claudio, su bisnieto Calígula y su tataranieto Nerón- sino por cómo influyó en varios de ellos y porque ostentó un enorme poder, sin dejar de encarnar la imagen ideal de la mujer romana.
La influencia que ejercía sobre su marido queda muy clara en el plano político, puesto que consiguió que Augusto excluyera a sus propios herederos en favor de los hijos que Livia había concebido con su primer marido, que Augusto adoptó como propios.
A pesar de ser la mujer más poderosa de Roma, Livia actuaba públicamente con bastante modestia: vestía de forma sencilla, no presumía joyas costosas y se comportaba como una perfecta matrona romana. El emperador era un hombre que daba mucha importancia a las apariencias y a las viejas costumbres, por eso tener una mujer como Livia le convenía en el ámbito político.
Cuando Tiberio se convirtió en el nuevo emperador, Livia quiso seguir ejerciendo su influencia a través de él. Sin embargo, con el tiempo Tiberio empezó a cansarse de la excesiva intromisión de su madre en sus decisiones.
Algunos historiadores romanos vieron en Livia a una mujer sin escrúpulos, que utilizó su poder para deshacerse de todos aquellos que suponían un obstáculo para sus planes. Tácito afirmó que ella estaba detrás de las muertes de los herederos naturales de Augusto. Otros, en mayor o menor grado, la acusaron de ser una conspiradora que utilizó su influencia sobre su marido y su hijo para favorecer a sus amigos y clientes, yendo en contra de las virtudes romanas que aparentaba en público.
Este preámbulo nos invita a reflexionar que no elegimos a la pareja romántica del emperador para que lidere el imperio, sino al emperador. ¿Realmente estamos viendo mejorías?, o se trata solo de una sábana tapando todas las injusticias que siguen sucediendo con normalidad en nuestro país.