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Sophia Forneris | Los cuatro emperadores

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Esperemos que en las próximas elecciones, más candidatos adapten una postura similar a la de Vespasiano

Durante casi un siglo de estabilidad en el Imperio romano se produjeron sucesiones con sorprendente suavidad, siempre entre personas de las mismas familias, miembros de la poderosa dinastía Julio-Claudia. Pero su último emperador, Nerón, sufrió un golpe de Estado orquestado por la aristocracia y clases más pudientes, lo que abrió un periodo de inestabilidad y una temida guerra civil. Esto marcó una etapa de historia romana en la que el imperio era gobernado por cuatro emperadores, Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano.

Vespasiano era un general de las provincias orientales conocido por su enfoque sensato y su competencia militar. Cuando Roma se sumió en el caos, Vespasiano inicialmente se mostró reacio a tomar el poder. Sin embargo, sus soldados y aliados lo vieron como el único hombre capaz de restaurar la estabilidad del imperio. En una medida dramática y estratégica, Vespasiano cortó el suministro de cereales desde Egipto a Roma, aprovechando su control sobre este recurso vital para debilitar a Vitelio, que gobernaba en Roma en ese momento. Esta táctica, combinada con sus campañas militares, condujo a la derrota de Vitelio. Cuando Vespasiano finalmente entró en Roma, no fue con la grandiosidad de un conquistador sino más bien con la intención de restaurar el orden. Su ascenso al poder marcó el comienzo de la dinastía Flavia y se convirtió en uno de los emperadores más respetados de Roma, conocido por su gobierno práctico y por iniciar la construcción del Coliseo. La historia de su ascenso destaca las dinámicas del poder en el Imperio Romano, donde el control sobre los recursos y la lealtad de los militares, que podían determinar el destino de los emperadores.

El pragmatismo y la mente estratégica de Vespasiano le permitieron navegar uno de los períodos más turbulentos de la historia romana y asegurar su lugar como un gobernante que priorizó la estabilidad del imperio sobre la gloria personal. Esperemos que en las próximas elecciones, más candidatos adapten una postura similar a la de Vespasiano y entiendan que los momentos de inestabilidad política no son tiempos para acrecentar su fortuna personal.