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Sophia Forneris | El enemigo de mi enemigo es mi amigo

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Me sorprende la desconexión de algunos votantes de Daniel Noboa

Aunque muchas encuestas lo dudaron, lo inevitable ocurrió: vamos a segunda vuelta. No me sorprende; la Revolución Ciudadana (RC) sigue siendo el grupo político más fuerte del país. Hoy me doy cuenta de que mi intuición es más precisa para medir la temperatura política de Ecuador que los exit polls.

Me sorprende la desconexión de algunos votantes de Daniel Noboa. Al día siguiente de las elecciones ciertos influencers en Instagram se preguntaban cómo alguien podría haber votado por Luisa González, planteando el escenario como una lucha entre el bien y el mal. Ahí comprendí el problema de ADN: separar a la ciudadanía entre ‘ellos’ y ‘nosotros’, ‘criminales’ y ‘buenos’. Esta dicotomía simplista, basada en la idea de que la RC solo obtuvo los votos necesarios mediante corrupción y engaño puede ser contraproducente. El privilegio puede volvernos indiferentes al sufrimiento ajeno. Es difícil entender, desde la comodidad de Isla Mocolí, por qué alguien añoraría los tiempos del correísmo. Pero para muchos ecuatorianos el voto es cuestión de supervivencia y cambios inmediatos, pues el futuro no está garantizado.

El presidente Noboa enfrenta una campaña complicada en segunda vuelta. Necesita modificar su discurso para incluir a quienes no se sienten representados por sus acciones, un cambio que Lasso nunca logró comprender ni implementar. En su primera candidatura, la imparcialidad de Noboa fue lo que lo hizo atractivo. Su discurso actual, excesivamente polarizado, puede alejarlo de la realidad de sus ciudadanos. Por otro lado, la candidata González optó por una campaña silenciosa, replicando la estrategia que siempre les ha funcionado: el trabajo territorial, dándole voz a cada ciudadano. Su talón de Aquiles: su negativa a reconocer los errores y corrupción de la administración correísta. Al manifestarse como una extensión del mandato de Rafael Correa, si no está dispuesta a aceptar cierta responsabilidad y abrirse a la colaboración con otros partidos, su camino a la victoria será más difícil.

La belleza de este país radica en la incertidumbre: no sabremos qué sucederá hasta después de las elecciones. Solo espero vivir en el Ecuador de hoy y llegar a ver el del futuro.