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Sophia Forneris | Haití y el dilema de la ayuda internacional

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Algunos expertos alientan la ayuda internacional, en especial de EE. UU. y Francia

Haití se está hundiendo aún más en el caos luego de que miembros de pandillas armadas liberaron a miles de prisioneros, quemaron edificios gubernamentales y obligaron al primer ministro a abandonar el país. Decenas de personas han muerto y aproximadamente 15.000 se han visto obligadas a huir de sus hogares; algunas familias incluso enfrentan posibles racionamientos de alimentos y agua, pues el país se está quedando sin suministros. La crisis puede atribuirse al asesinato del ex primer ministro, pero sus raíces son mucho más profundas: la catástrofe económica causada por el terremoto de 2010, el gobierno dictatorial de 29 años de Duvalier y el grotesco impacto de las ‘reparaciones’ que el país fue obligado a pagar a Francia tras su independencia en 1804, obstaculizaron gravemente el desarrollo económico.

Un especialista en Haití del International Crisis Group dijo que es una insurrección armada en la que grupos criminales anteriormente rivales unen fuerzas para poner al Estado de rodillas y presentarse como insurgentes. Las pandillas tienen enorme capacidad militar ya hace más de una década y eso es evidente con los disturbios actuales. Algunos expertos alientan la ayuda internacional, en especial de EE. UU. y Francia. Como es habitual, EE. UU. parece dudoso de enviar tropas, comprensible pero irónico pues, de alguna forma tuvieron fuerte influencia en lo que sucede hoy .

No me opongo a que se brinde ayuda internacional, pero esta debe ser muy estructurada y directa para ser efectiva: programas que promuevan el desarrollo de habilidades que se pueden aplicar a negocios sostenibles, o proyectos que busquen mejorar la salud pública para crear generaciones más saludables. Sin embargo, enfatizo en que no estoy de acuerdo con el mandato internacional que disfraza el colonialismo con ayuda. Los países sudamericanos están en una encrucijada: han dependido en gran medida de ayuda internacional para reestructurar sus gobiernos y sus políticas. A medida que avancemos hacia el futuro, sería interesante analizar qué parte de nuestro sistema político está realmente estructurado para nuestro beneficio y no para el de otros.