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Sophia Forneris: Quien pierde la interna pone a la mujer

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Es hora de enfocarnos en lo que realmente importa y dejar las disputas de X para los influencers

La violencia política por razón de género, violencia contra las mujeres en política, acoso político o violencia política contra mujeres, abarca decisiones, acciones y conductas que afectan el acceso y ejercicio de los derechos político-electorales de las mujeres. 

A través del tiempo, las mujeres han sido utilizadas como relleno en listas electorales y moneda de cambio entre movimientos políticos. Muchas veces se han convertido en figuras sin autonomía ideológica, dispuestas a trasladarse entre partidos con tal de obtener una candidatura. En nuestra política, su inclusión en las listas parece más un castigo que una real apuesta por la equidad de género. 

Se recurre a ellas solo para poder utilizar el término ‘igualdad de género’. En lugar de concebir su participación y representación como oportunidad para fortalecer la democracia y reducir la desigualdad en los sistemas políticos de la región, muchos hombres (y ciertas mujeres) la perciben como una amenaza a sus privilegios. 

En respuesta recurren a conductas violentas, maquilladas como simples diferencias de opinión. Así, la mujer en la política ecuatoriana no es respetada como actor autónomo, sino que se convierte en una pieza dentro de un juego político, frecuentemente utilizada como instrumento para atacar a adversarios, sin que se le permita consolidar una voz propia en el debate público. Sus ideales, trayectoria y formación suelen quedar en segundo plano. 

No se espera de ellas capacidad de liderazgo, sino habilidad para generar conflicto. Se convierten en una coraza para el sistema patriarcal, cuya función es desviar la atención de las críticas dirigidas a sus movimientos políticos, a menudo protagonizando episodios que las ridiculizan. Ruedas de prensa innecesarias, discursos vacíos, recorridos a obras destruidas… Todo se convierte en estrategia para distraer a la ciudadanía de la corrupción e ineficiencia gubernamental; un espectáculo de mentiras mientras el país enfrenta crisis estructurales. ¿A quién culpar? 

A las mujeres que se prestan para este circo; a quienes exigen el voto en nombre de la igualdad pero ya en el poder solo impulsan la agenda de su partido; las que pasan más tiempo en entrevistas y redes sociales que en gestión pública? Es hora de enfocarnos en lo que realmente importa y dejar las disputas de X para los influencers.