Primero la vida
Hasta el 15 de marzo del 2022, la Policía contabilizó 260 asesinatos en los tres cantones: la urbe grande y las pegadas a ella (Durán y Samborondón)
Ninguna sorpresa trajo el veto parcial del presidente Lasso al proyecto de ley que despenaliza el aborto por violación. Tampoco llamó la atención que desde Carondelet se descalificara el incremento de sueldos a los maestros, por no contar con el financiamiento estatal. Nada que impulse a los reclamos de los colectivos ciudadanos, a la amnistía generalizada a 268 personas, por beneficiar a justos y pecadores, a protestantes y secuestradores. Pareciera que nuestro Ecuador está dormido, aburrido, acostumbrado a que un escándalo envuelva al otro, como si se tratase de olas en el mar de las denuncias.
Lo que no deja de impactar, semana tras semana, es el incremento de las muertes violentas, especialmente en Guayaquil y los otros dos cantones que conforman la Zona 8: Durán y Samborondón. ¡No podemos seguir así! ¡Basta de contar muertos! ¡No más cifras de asesinatos sin rostros!
Hasta el pasado 15 de marzo del 2022, la Policía contabilizó 260 asesinatos en los tres cantones ya mencionados que conforman el Gran Guayaquil. Es decir, la urbe grande y las otras pegadas a ella (Durán y Samborondón). El impacto es inmenso cuando se recuerda que en el 2021, en el mismo periodo, hubo 102 muertes violentas… Es decir, más del doble de crímenes en un año. Asumo que no es necesario agregar que la mayoría de estos casos quedarán sin resolver.
Solo que no debemos, no podemos, conformarnos con esta realidad. Es terrible para su imagen: Guayaquil aparece ya en el listado de las 50 ciudades más peligrosas del mundo y me uno a los miles de ciudadanos que exigimos respuestas contundentes, que hasta ahora no las vemos llegar de la boca de ninguna autoridad.
Cuando aparecieron los primeros colgados en Durán, al estilo de Sinaloa en México, la ministra de Gobierno dijo que se darían acciones nunca antes vistas para enfrentar el hampa. Con todo respeto para Alexandra Vela: nada de lo visto hasta ahora, ha sorprendido a nadie. Y no tengo que ser experta alguna en temas de seguridad. La crudeza de las cifras ya mencionadas lo dicen todo.
Basta con caminar por los barrios menos favorecidos y escuchar las conversaciones con los vecinos. Primero la vida, reclaman. Es su prioridad y debe ser la prioridad de todos. No es posible que la criminalidad en la urbe, la inseguridad en que vivimos, siga segando vidas y borrando el encanto de la Perla del Pacífico.
Yo demando un Guayaquil seguro, donde los visitantes no tengan terror de lo que pueda ocurrir; donde las madres no se queden con el ‘Jesús’ en la boca cada vez que sus hijos tengan que moverse por zonas consideradas rojas. Lugares a los que ni siquiera la fuerza publica quiere ingresar por el terror que causan bandas perfectamente identificadas.
Me pregunto si ya llegó la dotación de 1.100 policías que ofreció el presidente Lasso a fines de enero para Guayaquil. Hasta hace menos de un mes, faltaban por integrarse 440 gendarmes. De la asignación especial de fondos, ofrecida también en el primer mes del año, seguían desde el Ministerio de Gobierno en Quito elaborando un plan para usar tales fondos… La alcaldesa Cynthia Viteri no se inmiscuye en serio en estos temas. Ha intentado justificarlo al recordar que esa materia no es de su competencia… Una respuesta que yo particularmente no puedo aceptar. Todo lo que pasa en Guayaquil le incumbe, más aún la lucha de Guayaquil por la vida.
Rodeada de barriadas pobres, la Perla del Pacífico sobrevive. En cada zona donde las necesidades son grandes, la lucha diaria empieza por la vida, algo que difícilmente nuestros políticos entienden. Que no vengan en época de comicios a darnos lecciones de lo que se debe hacer. Vamos a preguntarles dónde estaban cuando los muertos no tenían rostro y se contaban por cientos en los noticieros de prensa y televisión.