Ilustración para columna de Tania
Raúl y sus amigos, gracias a las donaciones de gente solidaria, podrá calzarse unos ‘pupillos’ para correr tras el balón.Ilustración Miguel Rodríguez

Zapatos de fútbol… y esperanza

No tengo que recitar los beneficios del deporte, más aún en las zonas donde la pobreza abre el camino a la delincuencia

No exagero al escribir lo que puede estar detrás de unos zapatos de fútbol: vida y esperanza. Siento que me lo ha dicho con sus ojos el pequeño Raúl. Tiene 12 años, pero es ‘menudo’, quizás por la desnutrición de la que ha sido víctima y más.

Su sueño es convertirse en futbolista de los grandes, de esos que meten goles con la camiseta de la selección y pueden comprar una casa gigante.

Por recibir oído para sus sueños, más comida, fe y abrazos, la hermana Susana se ganó su confianza y finalmente él le confesó su verdad: era un pequeño ladrón, de los que afilaban una navaja para ir al centro comercial y robar. Con sus compañeros de fechorías, otros niños como él, se había iniciado con ladrones adultos, siguiendo las instrucciones de ellos, pero un día se rebelaron y decidieron actuar solos. Entiéndase: formaron su propia gavilla.

Aun cuando obtenían regularmente un botín, el amor los venció y “entregaron sus armas” (navajas y cuchillos), al aceptar el trato que les propuso la hermana Susana: comida con carne cada día, una hora de estudios y luego fútbol, con entrenador. Dejaron de robar y hoy pasan varias horas del día en la Fundación Nueva Vida, una casa esquinera de un populoso sector, auspiciada por la Arquidiócesis de Guayaquil. Allí también funciona una panadería, un taller de costura y una suerte de escuela donde se repasan las clases formales del plantel del barrio.

Raúl vive con su abuela, que se ocupa de él y otros cuatro chicos. Es mejor no preguntar a qué se dedica su madre, porque le causa dolor. Tampoco cabe preguntar dónde están los padres de los otros compañeros de Raúl que comparten su pasión por el balón.

El día que lo conozco me contesta con monosílabos. Tiene dudas de mí, desconfía. No cree en la gente que ofrece. Reconoce a regañadientes que están necesitados de zapatos. Son como 20 en el equipo, de entre 8 y 12 años. Tienen una liga y pronto disputarán un campeonato... Me hace saber que jugarán como sea, aun en chancletas o mocasines rotos...

Toda ayuda es bienvenida si se trata especialmente de zapatos para jugar fútbol. No tengo que recitar los beneficios del deporte, más aún en las zonas donde la pobreza abre el camino a la delincuencia… La hermana Susana no se da abasto para calmar las necesidades del sector, donde es común el embarazo adolescente, la prostitución y las drogas. A ello se suman la inseguridad y la violencia.

El día que conozco a Raúl, se ha colocado una cámara de vigilancia en la zona, como parte de la iniciativa ‘Barrio Seguro’ de la Fundación Progresa. Parte de una calle fue cerrada con sillas plásticas para que los vecinos se acomoden, dejando por un rato sus casas con ventanas enrejadas. Hay fiesta en la zona y la hermana Susana habla en el megáfono y celebra por la cámara recibida. Oigo decir que “para servir solo se necesita voluntad” y hago mía la proclama porque es cierta. Dejemos de creer que solo el dinero es ayuda.

Empecé a recibir zapatos de fútbol en cuanto comenté la historia de Raúl y su equipo. He traspasado la donación a la hermana Susana, una quiteña encantadora que dejó su vida en Italia para servir a los más necesitados. ¡Cómo me conmovieron sus abrazos para Raúl! Él se dejaba. Se dejaba querer porque quizás, sin saber, sanaba. Tanto sufrimiento en su corta vida: abandono, hambre, delincuencia.

Hasta escribir estas líneas, Raúl no creía en poder llegar a calzarse unos ‘pupillos’ para correr tras el balón. Después les contaré cómo los recibió.

Mientras tanto, me entero de que la policía ha recuperado dos vehículos en la parroquia Pinllo, cerca de Ambato, y que dentro de los automotores hallaron zapatos para fútbol. Los ladrones que robaron los carros también se apropiaron de botines para el deporte rey. Así de apetecidos son estos zapatos. Ya sabemos que también pueden significar vida y esperanza.