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Willington Paredes: Desinstitucionalización, juego perverso

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El terrorismo de Iza va en esta línea, lo que hace el juez histriónico del Consejo de la Judicatura y el abogado de los ‘chukyseven’

Las sociedades democráticas no existen en sí y por sí, sino para sí. Son colectivos humanos, orgánicos, que viven en activas interrelaciones de todo tipo. La democracia supone crear, recrear, desarrollar y proyectar instituciones que expresan sus relaciones: económicas, jurídicas, religiosas, artísticas, culturales, étnicas, etc., que facilitan, sustentan y posibilitan la vida orgánica. Así perviven los colectivos humanos, como viables, con destino cierto y, sobre todo, con garantías de permanencia y continuidad. Pero al interior de ellos existen grupos políticos, corrientes ideológicas, doctrinas y posturas-acciones que proponen y realizan efectivas tareas de desinstitucionalización. Esto pasa con cualquiera de los poderes del Estado: Ejecutivo, Judicial, Legislativo. También con otras instituciones del orden democrático constitucional.

Lo que ocurre en las últimas décadas en el país evidencia hechos políticos que realizan líderes y partidos, jueces, etc. que con decisiones y acciones producen efectos y procesos de destrucción institucional. Sin embargo, esa destrucción de los diferentes organismos, mecanismos e instituciones que viabilizan y sustentan la vida orgánica y social de los colectivos humanos, nunca es casual, fortuita e inintencional. Siempre responde a proyectos políticos que son realizados con esa intención. Por eso las acciones del CPCCS, del Consejo de la Judicatura, del Consejo Nacional Electoral y de jueces de provincias y de cantones, con fallos curiosos y claro tinte de corrupción, debemos comprenderlos como acciones políticas corruptas y destructoras del orden jurídico-político-democrático.

Cuando un juez cantonal no reconoce la jerarquía de un alto tribunal como la Corte Constitucional y cuando un presidente de una institución hace lo mismo, actúan en contra de la sociedad y de la institucionalidad democrática.

El terrorismo de Iza va en esta línea, lo que hace el juez histriónico del Consejo de la Judicatura y el abogado de los ‘chukyseven’, etc., son claros ejemplos de esto, pues “las instituciones se valoran con base en sus propiedades específicas y su consistencia con los principios básicos de razón y moral en la comunidad, y no solamente como instrumentos para lograr beneficios sustanciales inmediatos” (Olsen, 1997).