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Willington Paredes: Política y elecciones en tiempos de redes

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Pero aún hay una débil ciudadanía y predominio de votantes emocionales y creyentes.

Todos sabemos que cuando surgieron las redes sociales (Facebook, 2004; Twitter -ahora X-, 2006; Instagram, 2010; Tik Tok, 2018) la acción comunicativa de la sociedad se amplió más allá de lo que la revolución telemática-informática imaginó. Pocos pensaron que afectaría tan profundamente al conjunto de las relaciones humanas. Incluso en los hechos-procesos políticos y electorales. Pero ya en 1994 el historiador-politólogo francés René Rémond afirmó que la política estaría influenciada. Y que esto la llevaría al desprestigio. Esto incluía a electores y eventos, que enfrentarían un creciente descrédito y deslegitimación. Más aún cuando en Ecuador hay 77 % de usuarios de Internet, 15,91 millones de celulares en el país y 81 % de la población es usuaria activa de redes sociales. Esto dice que Ecuador tiene más perfiles en redes sociales que usuarios diarios en Internet (We are Social y Hootsuite, 2022), lo cual marca una fuerte incidencia de las redes sociales en la vida cotidiana del país. Por eso vemos a Trump, Putin, Maduro y al prófugo de Bélgica en redes. Además estamos atrapados y entrampados por la narcopolítica, corrupción, desprestigio de sus instituciones políticas, sociales, jurídicas, etc. En ellas, cada día hay más evidencia de cuánto y cómo puede ser manipulada la sociedad. Por eso hoy jueces, políticos, líderes y candidatos se disputan el escenario. Ahí están audios y videos que sin pudor alguno publican en ese juego de mensajes cruzados. Hay ejemplos, como el que señala una candidata que afirma que las condiciones salariales y de vida de Venezuela son mejores. Esto contradice toda lógica, sentido y sensatez. Vemos a un juez, peinadito a la gomina, afirmar que dos es mayoría entre cinco; y a un empleado-abogado del correato pretender, mañosamente, corregir sentencia de la Corte Constitucional.

Estos son ejemplos de mensajes dirigidos a dueños y usuarios de celulares, tablets y redes sociales, orientados al 40 % de los votantes (de 18- 40 años). Por ello hay que establecer una vigilancia crítica y permanente, para que la ciudadanía no sea cooptada por ese cúmulo de mensajes que circulan a diario, pues lo positivo, negativo y tóxico seguirá. c