Willington Paredes: Racionalidades políticas fracasadas

Eso es lo que quiere y espera el país de hoy.
Demagogos y empiristas reducen la política al puro y duro activismo. Pues solo tienen dos o tres frases y consignas que siempre repiten. Los ‘marketeros’ igual, la hacen una letanía de ‘jingles’ y palabras huecas. Los políticos serios no hacen eso. Saben que la política no es eso, pues en fondo y forma, desde los orígenes al presente, no es solo un accionar. Es sobre todo y ante todo una racionalidad, un saber y forma de comprensión de la sociedad civil con el Estado, de conducción de la cosa pública de conocimiento del sistema normativo jurídico y la democracia. Esto consta en diversos estudios, tratados, reflexiones y análisis de los distintos politólogos, pensadores, filósofos políticos, etc. De Aristóteles a Sartori, pasando por Maquiavelo, Hannah Arendt, Bobbio, etc. se conoce que la política es un saber y estilo de pensamiento que requiere un instrumental de ideas, doctrinas, aprendizaje y un lenguaje que solo está en su base, como racionalidad. Por eso el manejo de la cosa pública requiere un conocimiento que la mayoría de nuestros políticos no los tienen.
Desde 1970 al presente dos tipos de racionalidades dominan en el pensar y hacer de los diferentes mandatarios, políticos y partidos que han accedido al poder. Y se resumen en el nacionalismo militar estatista con el actual populismo autoritario socialista y los partidarios del mercadorismo (racionalidad empresarial). Ellos han dejado en diferentes conductas y acciones, de varios colores y tendencias, resultados malos y nefastos. Hoy se resumen en la racionalidad estatista y la empresarial. Diez años de correísmo corrupto, con sobornos, persecuciones y represiones dicen mucho. El último está a la luz pública, el antepenúltimo también. Es claro que la racionalidad estatista y la empresarialista y de libre mercado no son el camino ni la solución. ¿Serán las dos únicas racionalidades que hagan posible el funcionamiento de la democracia, el manejo del poder y la relación entre sociedad civil y Estado, así como la gobernabilidad? No, definitivamente no. Hay otras formas y caminos que pueden ser híbridos y combinados. ¿Por dónde irá el país? Eso es lo que deben aprender y proponer los nuevos proyectos y que debe percibir la ciudadanía. Eso es lo que quiere y espera el país de hoy.