Destitución de Romo, victoria del terror
"Ese octubre de terror, el ciudadano común pedía que policías y militares defiendan los derechos humanos de la ciudadanía y el país"
Triunfó la sinrazón de los violentos, amparados en “los derechos humanos” que privaron de agua a los ambateños, impidieron el bombeo del petróleo, arrasaron plantaciones de flores, incendiaron Contraloría y Teleamazonas, apedrearon ambulancias, secuestraron policías, militares, destruyeron Quito, etc. Ese octubre de terror, el ciudadano común pedía que policías y militares defiendan los derechos humanos de la ciudadanía y el país. Lo intentaron, pero desde ayer hasta hoy no hay un culpable preso por esos días de terror y devastación. El martes sus “abogados” disfrazados de asambleístas le dieron un golpe bajo a la Policía en la persona de su máxima autoridad, la ministra Romo. Fue un atado de mediocres de pobre pensar y enano razonamiento que lo que buscan es dañar-destituir una figura política, a una mujer firme y cumplidora de su deber. Machistas y ladronzuelos correístas y no correístas se juntaron en el estiércol y consiguieron una victoria pírrica. Quiteños y el país deben recordar nombres, organizaciones y partidos de quienes la destituyeron por cumplir su deber e impedir que el terror y la violencia se impongan sobre la democracia y la razón.
Lograron lo que buscaban los tinterillos de terroristas y delincuentes que aterrorizaron al país y destruyeron algunas ciudades. Querían culpar a la Policía y no a los violentos. Su torpeza es tal que no son coherentes con lo que hicieron: condecoraron a la Policía. Esto evidencia, como dice el politólogo Santiago Basabe, “que existen mafias políticas organizadas en torno a los asambleístas”. Y la periodista Hinostroza: que detrás de esa censura están los beneficiarios del negociado de Isspol. Fue un atado amorfo de asambleístas sin calidad moral, peseteros de diezmos y carnés de “discapacidad”, enlodados en negociados para obtener beneficios y apoyar la aprobación de leyes. Fue la victoria de los ladronzuelos del correísmo, atracadores, mafiosos escondidos y amparados detrás de una representación que nunca tendrán. Es el triunfo de los canallas sobre la razón y de los partidos que buscan ganar votos aunque la Policía, el país, la democracia y la paz se jodan. Ganaron los reyes del estiércol, perdieron la democracia y la lógica del buen y sano pensar.