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Vaciamiento político y abismo de la razón

Avatar del Willington Paredes

La política tiene lógica, sentido, ética y una racionalidad que la pone en la escena pública como idea, razón y acción. Pero puede ser destruida por condiciones y contextos de las sociedades y sus actores. En ese momento no nos remite a la libertad. Es pura banalidad y teatralidad ridícula. Esto se da en los acontecimientos de Quito.

Eso no constituye un hecho que podamos contemplar como tragedia o triste espectáculo de políticos que no están a la altura de los tiempos, rebasando su razón y lógica. Ahí se refleja algo más que la disputa por el control y gobernabilidad del Municipio. No es confrontación de personajes transitorios. Su telón de fondo evidencia cómo, cuánto y desde dónde el Ecuador y las sociedades locales experimentan un proceso de destrucción de la política y su razón. Este aniquilamiento se da desde la matriz originaria y fuente de su accionar: la escena pública y la afectación a la libertad política de ideologías y partidos.

Ese evento refleja el vaciamiento de la política, la destrucción de su racionalidad y la mediocridad de los políticos. Es video retrospectivo y presente de lo que se creó y ejecutó antes y después del correato. Destruyó espacios públicos, libertad, leyes, tribunales, jueces y todo lo que da sentido a la vida de la sociedad civil con el Estado y sus instituciones.

La corrosión y corrupción de la política en las últimas décadas, atrapa y agobia al país. Es su destrucción y autoaniquilamiento de la razón que la nutre, sustenta y pone en la escena pública. La vuelven vacía. Un agujero que no es producido por su miseria intelectual o por analfabetismo sobre Aristóteles, Rousseau, Arendt, Sartori, Bobbio, etc. No es problema de desilustración. Evidencia cuánto pueden hacer los actores y sujetos políticos cuando le extraen su contenido, llenándola de ambiciones, figuración y altos índices de corrupción. En esos momentos la inmoralidad y el vaciamiento ético y moral aniquilan, no solo sus bases sino también las reglas, leyes y normas elementales. Es un proceso que corroe la institucionalidad, el aparato jurídico y la lógica misma en la cual se expresan y actúan las leyes y el derecho. En esta coyuntura la política es un vacío, un agujero negro que decapita a todos.