Xavier Flores Aguirre | Assad Bucaram y el retorno a la democracia
Si bien Bucaram no pudo participar en las elecciones, se las pudo ingeniar para que su partido coloque como candidato a su sobrino político
Richard J. Bloomfield (1927-2011) fue el embajador de los Estados Unidos de América en la República del Ecuador entre 1976 y 1978. A principios de 1978, mientras Bloomfield era el representante del gobierno de Jimmy Carter, él transmitió a Washington D. C., por cable diplomático, sus impresiones acerca del proceso de retorno a la democracia en el Ecuador.
El cable del embajador Bloomfield reconoció la existencia de cinco actores políticos clave dentro del proceso de retorno a la democracia: el líder populista Assad Bucaram (1916-1981), el Consejo Supremo de Gobierno, los partidos políticos y los miembros de la élite económica de Quito y de la élite económica de Guayaquil. De estos, los dos actores más relevantes (además de antagónicos) eran Assad Bucaram y el Consejo Supremo de Gobierno. Bucaram, porque él era aquel a quien todos los demás actores políticos querían que se impida su acceso a la Presidencia de la República; y el Consejo Supremo de Gobierno, porque ellos podían imponer los tiempos y los modos del proceso de retorno a la democracia.
El embajador Bloomfield identificó en su cable diplomático que las razones para este cargamontón contra Bucaram eran de cuño racista (por su origen libanés) y de clase (por su extracción popular). Y según decía él, en la clase política ecuatoriana de 1978, solo una “pequeña minoría” pensaba que a Assad Bucaram se le debería permitir su participación en las elecciones que se iban a celebrar en julio de 1978.
En cualquier caso, las razones contra Bucaram fueron suficientes, pues el Consejo Supremo de Gobierno, siendo como era el amo de los tiempos y los modos del proceso de retorno a la democracia, finalmente decidió impedir la participación de Assad Bucaram. Lo hizo a través de una regulación de modo: el 20 de febrero de 1978, el Consejo Supremo de Gobierno decretó que iba a regir para las elecciones venideras una nueva Ley de Elecciones, en una de cuyas cláusulas dispuso (con evidente dedicatoria, dada la singular condición de hijo de libaneses de Assad Bucaram) que ningún hijo de padres extranjeros podía participar como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de julio de 1978.
Si bien Bucaram no pudo participar en las elecciones, sí se las pudo ingeniar para que su partido político, la Concentración de Fuerzas Populares, coloque como candidato a la Presidencia de la República a su sobrino político, Jaime Roldós (1940-1981). Se dijo entonces de la candidatura de Roldós: “Roldós a la Presidencia, Bucaram al poder”. Y a Roldós le fue bien: alcanzó el segundo lugar y pasó a la segunda vuelta con el candidato del Partido Social Cristiano, Sixto Durán-Ballén.
Pasaron varios meses para la segunda vuelta (amo de los tiempos, el Consejo Supremo de Gobierno dilató lo que pudo su celebración) hasta que finalmente se la hizo en mayo de 1979. Triunfó de manera arrolladora el candidato de Bucaram, pero de poco sirvió, pues el país de los desacuerdos empezó pronto y para 1981, ambos, Bucaram y Roldós, ya estaban muertos.
En cuanto a Richard J. Bloomfield, en enero de 1978 salió a su siguiente y final destino, como embajador de los Estados Unidos en Portugal. Se retiró del servicio diplomático en 1982.